martes, 29 de diciembre de 2009

Paul Auster: "Escribir es una manera terrible de vivir"

Imagen Diario ABC.es

Paul Auster, uno de los novelistas más importantes del panorama mundial actual y premio Príncipe de Asturias de las Letras 2006, no dudó ni un momento en viajar hasta León cuando le informaron de que era el galardonado en la IX edición del premio Leteo. Un premio sin dotación económica que supone un reconocimiento, por parte de los escritores que inician su carrera, a aquellos autores consagrados que consideran contribuyen a la renovación literaria del momento. Auster aterrizó el domingo acompañado de su esposa, también escritora, Siri Hustvedt, y recibió el premio, que consiste en una obra del escultor Amancio González, en el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (MUSAC). Después participó en una mesa redonda con el público asistente, en la que actuó como moderador el director del museo, Agustín Pérez Rubio.

En su encuentro con los medios, el escritor originario de Brooklyn se mostró tajante sobre la influencia que la piratería puede ejercer en el mundo de la literatura asegurando que «es un problema generalizado para todos, porque existe esta idea entre los jóvenes de que pueden conseguir todo gratis y no es así». Ante este panorama apostó por un cambio en la educación «para que los jóvenes entiendan que el hecho de crear tiene un precio y que hay que pagar a los artistas, porque, de lo contrario, toda la maquinaria de la creación puede pararse y tiene que haber un límite». A su juicio, la piratería podría afectar a la producción literaria a través de la copia de libros electrónicos.

Además de escritor, Auster ha dirigido películas y escrito guiones, un mundo -el cinematográfico- que asegura le hace «disfrutar» ya que lo puede compartir con más gente y eso le inspira, refresca su espíritu y le llena de nuevas ideas. Un mundo que se diferencia así del literario, que se lleva a cabo completamente en solitario. Para escribir, explica, «te tiene que gustar estar solo y sentirte a gusto con ello». Cuando trabaja, añade, no sabe dónde está ni cuánto tiempo emplea. «Estoy solo pero es como si a la vez desapareciese».

Preguntado sobre qué consejo daría a un joven escritor que se encuentra preocupado por las dificultades que presenta actualmente el mundo de la literatura, su respuesta fue rápida y tajante: «Cuando me preguntan eso yo les recomiendo que no escriban, porque es una manera terrible de vivir» y si se plantean esta pregunta es porque «no tienen por qué escribir, no están dispuestos a implicarse del todo». «Sólo la gente que realmente siente que tiene que escribir no aceptaría este consejo», añadió. Para Auster, los escritores de verdad no se preocupan por el mundo comercial y el mejor ejemplo, a su juicio, es el Grupo Leteo, al que considera «inspirador», «alentador» y ejemplo de futuro para los jóvenes, pues se trata de «un grupo de poetas que trabaja sin preocuparse por el mundo de la producción», afirmó el escritor neoyorquino.


Por Elena Rodríguez. Tomado de ABC. es

lunes, 21 de diciembre de 2009

Las 10 películas del año

Escena de la película Gran Torino, dirigida y protagonizada por Clint Eastwood.

Si usted fue a cine con frecuencia, durante este 2009 que está terminando, fue testigo de algunas de las producciones más originales que se han filmado en el mundo en mucho tiempo. Estas son las 10 más evidentes.


1. 'Gran Torino' (EUA) de Clint Eastwood: el icónico Eastwood ha vuelto a filmar, a los 78 años, un pequeño clásico, simple en el mejor sentido de la palabra, que contiene las obsesiones que lo han acompañado como director: el pasado, la culpa y la redención.

2. 'La duda' (EUA) de John Patrick Shanley: con la ayuda de un elenco insuperable, el dramaturgo neoyorquino, autor de Hechizo de luna, convierte su propia obra de teatro en una gran película que da cuenta de las ambigüedades morales de nuestros tiempos..
3. 'La clase' (FRA) de Laurent Cantet: de la mano de un profesor de escuela pública, el señor Marin, somos testigos de que los conflictos que suceden en un salón de clases son los mismos que sucederán, muy pronto, en los tensos escenarios del mundo.

4. '¿Quieres ser millonario'? (ING) de Danny Boyle: este habilísimo melodrama, editado con una destreza pocas veces vista, es una fábula ejemplar que prueba que la gente es capaz de hacer muchas más cosas por amor que por dinero.

5. 'Sector 9' (NZ-EUA) de Neill Blomkamp: esta extraordinaria película de ciencia ficción nos advierte que el futuro de la humanidad será idéntico al pasado: que, en muy pocas palabras, haremos lo que podamos para someter a los demás.

6. 'Vals con Bashir' (ISR) de Ari Folman: una proeza cinematográfica, un documental animado con cara de novela gráfica, que recuerda que el cine es un lenguaje plagado de posibilidades y que el arte es una buena manera de decir lo que aún nadie ha dicho.

7. 'Al otro lado' (ALE-TUR) de Fatih Akin: el director de Contra la pared ha hecho su mejor película hasta el momento: seis personajes tristes, entre Bremen y Estambul, son obligados a reconocer que la vida siempre está a punto de suceder.

8. 'Ponyo' (JAP) de Hayao Miyazaki: a partir de las leyendas del mar, y de un relato clásico de Hans Christian Andersen, el más grande director de cine animado de las últimas décadas presenta esta fábula sobre por qué el amor sí le sirve a la Tierra.

9. 'Hace tiempo que te quiero' (FRA) de Philippe Claudel: Claudel, un respetado novelista francés, se juega el todo por el todo con este drama discreto, a la Tennessee Williams, que contiene una inmensa actuación de Kristin Scott Thomas.

10. 'Up' (EUA) de Pete Docter: los primeros 15 minutos de esta comedia animada, una combinación perfecta entre el mundo de Disney y el mundo de Miyazaki, prueban que el cine está comenzando a pensar en nuevas maneras de contar historias.

viernes, 11 de diciembre de 2009

"...ni yo ni los colombianos debemos perseguir la compasión de nadie."

Héctor Abad Faciolince (Medellín, 1958)

A continuación reproduzco entrevista publicada por la revista Semana, a uno de los escritores colombianos más relevantes de la actualidad.
SEMANA: A propósito del nuevo libro, lo siento muy cómodo escapando de la ficción y volviendo al ensayo autobiográfico…

HÉCTOR ABAD FACIOLINCE: Sí, es cierto. De hecho, la novela que estoy escribiendo en este momento también está llena de elementos de no ficción y está hecha a partir de los recuerdos de un personaje, de un cura que yo conocí hace unos 30 años y que fue muy amigo mío. Tal vez, he descubierto que me siento más cómodo en algo que es no ficción o que es ficción en el sentido de que es mala memoria.

SEMANA: Sospecho que es recíproco y que el público también se siente más cercano a sus relatos autobiográficos que a la ficción. Me parece que su último libro de cuentos no fue propiamente un suceso editorial.

H.A.F.: El amanecer es un libro de cuentos y estos son menos comerciales. Sin embargo, para un libro de este tipo ha sido bueno porque ha tenido seis ediciones. Claro que no es nada comparable con El olvido que seremos. Creo que tiene razón y que es recíproco. Soy muy malo para decir mentiras. Ni siquiera cuando la ficción es pura verdad, me creen. Es que con esta cara de pelota, siempre tengo que decir la verdad.

SEMANA: Anda diciendo que quiere pasar la página de 'El olvido que seremos' y, a renglón seguido, nos sorprende con un apéndice del mismo…

H.A.F.: Sí, hay una contradicción evidente. La página, realmente, intenté pasarla en el libro de cuentos. Aunque, en el primero hay una madre que se muere y muchas personas les dieron el pésame a mis hermanas porque creyeron que seguía contando la historia de mi familia. En este caso, me resultó ineludible de todas maneras contar esa cola que le salió a El olvido. Espero que ya no haya ningún cabo suelto. Que El olvido sea un libro de mi pasado y que a mí mismo se me olvide...

SEMANA: ¿Cuál fue el propósito de reunir estos ensayos?

H.A.F.: Más de la mitad del libro es para contar esa investigación que me obsesionó durante un año, que fue la búsqueda del poema de El olvido. Es la historia de esa pesquisa. Creo que tiene un valor tanto biográfico como filológico, en cierto sentido, porque muestra algo que es importante, en el sentido pequeño de la historia de la obra de un gran poeta. También, quería hacer las cuentas con el pasado de mi estadía en Italia, sobre todo del primer momento, que fue tan difícil. Y, en el último relato, trato de enfrentarme con el futuro, ya no con el pasado, con esa incertidumbre de lo que podemos llegar a ser y de lo que no llegamos a pesar de que en algún momento de nuestras vidas pensamos que pudimos.

SEMANA: Superó muy rápidamente ese 'tour de force' con Harold Alvarado y se volvió una obsesión con usted mismo y con Borges…

H.A.F.: La pelea con Harold es una parte, un episodio que prácticamente se me olvidó y que no es lo más importante del libro. Lo que quería hacer es una especie de novela policíaca donde no se buscaba un asesino, sino que se buscaba el autor de un poema. Y es un poco también una parodia de las investigaciones filológicas de los profesores, que son interesantes pero muchas veces aburridas. También, quería imitar algunos libros que acompañan el texto con imágenes. En esta época en que se combina tanto la imagen, la multimedia y la pantalla me parecía bonito incluir los documentos y las imágenes que soportaban la investigación.

SEMANA: Con el segundo ensayo, sentí un ejercicio muy nostálgico donde, en el fondo, me da la impresión de que añora un poco a ese Héctor que deambuló por Italia, visiblemente sin conexiones y que pone los cuernos…

H.A.F.: Este relato tiene que ver con la experiencia de volver a Italia obligado, aunque nunca voy a calificarlo de exilio o refugio político. Tuve dificultades, aunque también mucha suerte. El elemento central ahí es el odio por ser compadecido. Y, por eso mismo, postergué tanto la escritura de El olvido que seremos. Porque era un libro que podía despertar compasión. Trato de mostrar por qué ni yo ni los colombianos debemos perseguir la compasión de nadie. Debemos enfrentar nuestra historia y nuestro destino. Puede que con alguna tristeza y rabia, pero sin autoconmiseración, en el fondo, fuera muy contraproducente.

SEMANA: Hay una cosa que me llama la atención y es que de nuevo intenta con este libro proponer una escritura exigente, pero destinada a públicos más amplios que los de pequeñas élites intelectuales.

H.A.F.: Sí, hay algo que a mí no me gusta de algunos de mis colegas y es la prosa demasiado limada, demasiado pulida, que se vuelve casi relamida y, marcada por una intención de complacer a lectores, supuestamente más cultos y más inteligentes que el corriente que se acerca a leer una historia y a pasar un rato agradable…

SEMANA: Pero, al mismo tiempo, la no ficción en Colombia vive un momento muy lúgubre con los narco-bestsellers, los libros de secuestrados y las tetas…

H.A.F.: Creo que este año se nos viene una avalancha nueva de libros de secuestrados. A esos libros les veo una dignidad y es ineludible que alguien, después de una experiencia tan dura, quiera escribir o apoyarse en un periodista o en un escritor para publicar su vivencia. La receta es repetitiva, pero aquí hay tantos secuestrados que… qué se va a hacer. Respeto esos libros y respeto menos los que tratan de chuparle rueda a las telenovelas de la mafia, aunque, en el fondo, no son otra cosa que guiones previos para futuros melodramas.

SEMANA: Ha pasado de autor marginal a 'best seller', de editor de revista académica a editor de prensa; de intelectual desconocido a portada de revistas. Michel Houellbecq decía que, para él, toda esa 'vedettización' fue el comienzo del fin de su escritura…

H.A.F.: Debe ser la cosa más desagradable del mundo. No sólo no la quiero, sino que me parece un anticipo del infierno. A lo mejor por eso los tres grandes escritores colombianos -García Márquez, Mutis, Vallejo- viven en México. Allá pueden ir tranquilos por la calle.

SEMANA: Pero la 'vedettización' puede tener dimensiones bien interesantes como, por ejemplo, en su caso, ganar influencia sobre la redacción de un periódico.

H.A.F.: Que le den a uno la oportunidad de opinar o de poner un titular más parecido a lo que piensa alguien que está a favor del aborto que alguien que lo persigue no me parece poca cosa. Ojalá eso no vaya de la mano con una vedettización. Aunque es un poco irremediable...

SEMANA: En su nuevo libro, juega con el Héctor que pudo ser y no fue. Le reboto un poco la pregunta con una sensación: en el fondo lo siento muy cómodo con su destino.

H.A.F.: Me encuentro en un momento muy bueno. Durante mucho tiempo, no sé por qué pensaba que era una persona amarga e infeliz. Y, últimamente, cada día me doy más cuenta de que la amargura y la infelicidad ya quedaron atrás y que no debo expiar ninguna culpa como para estar todo el tiempo declarándome desgraciado. No, estoy viviendo una conversión, no a ninguna religión. Estoy convertido a cierta serenidad y a un goce de la existencia. No soy un escritor desesperado y horrorizado con el mundo.

SEMANA: 'El olvido que seremos' es una obra mayor de la no ficción en Colombia. Pero hay quienes pronostican una suerte de maldición el tener un libro de este calibre.

H.A.F.: Si eso significa que voy a dejar de escribir, no. Voy a seguir escribiendo. Tengo muchas historias que quiero contar. Si eso significa que no voy a escribir nunca un libro que va a llegar tan profundamente a los lectores, puede que pase. Pero qué importa llegar con un solo libro al corazón de los lectores. La mayoría de los escritores no llega con ninguno. Llegué con uno, no puedo sentirme desgraciado por eso. Esto va a ser siempre una fortuna.
Tomado de: Semana.com

jueves, 10 de diciembre de 2009

Herta Müller recibe el Nobel por el valor literario de su oposición a la dictadura comunista

Herta Müller recibe el Premio Nobel de Literatura de manos del rey de Suecia- AFP

A pesar del hito histórico conseguido en Economía, la escritora rumano-germana Herta Müller, otra de las cinco mujeres premiadas, fue la indudable protagonista de la gala.
Única premiada en solitario en Estocolmo, fue presentada por el miembro de la Academia Sueca Anders Olsson, como una mujer a la cual "la experiencia de la opresión le ha privado de la paz".
"Su trabajo está anclado en sus propias experiencias. Ella ha dicho que sus temas la eligen a ella y no al revés", en referencia a la profunda huella que el dictador rumano Nicolai Ceaucescu ha dejado en libros como "En tierras bajas".
Asimismo, antes de que Müller, en un sobrio vestido negro, recibiera el premio de manos del rey Carlos XVI Gustavo de Suecia, Olsson destacó la "habilidad para aunar la densidad poética con el afán por el detalle de la prosa" de la escritora.
Los aplausos para Müller, que vive en Berlín desde 1987, fueron un poco más fuertes de lo habitual y sobrepasaron sutilmente lo convenido.
Tomado de Diario El País y Diario ABC

lunes, 30 de noviembre de 2009

José Emilio Pacheco: «Es un premio para toda la literatura mexicana»

José Emilio Pacheco en la Feria del Libro de Guadalajara /EFE
Tomado de Diario ABC

"Quiero dejar claro que este premio es para toda la literatura mexicana, que no sale mucho de nuestras fronteras". Así se expresó hoy a Efe José Emilio Pacheco tras conocer que había sido galardonado con el Premio Cervantes, máximo galardón de las letras hispanas.
Pacheco consideró el fallo del jurado "una irrealidad" que nunca aspiró a recibir, según dijo en declaraciones telefónicas desde Guadalajara (México), donde asiste a la Feria Internacional de Libro (FIL). El escritor insistió en que "no esperaba" recibir este premio, que considero "el más importante de la lengua castellana". El poeta, prosista y traductor, nacido en Ciudad de México en 1939, resaltó la generosidad del jurado por fijarse en su obra cuando "hay tantos buenos escritores". "No me puedo quejar", subrayó.
Explicó que el premio le toca "muy hondo" y le afecta "muchísimo". Sobre los múltiples homenajes recibidos en 2009, al cumplir 70 años, el poeta afirmó que fueron "una gran sorpresa, como la de esta mañana", aunque reconoció que tanta celebración le causa "mucha fatiga" y que se cansa "de una manera terrible".
Tras el homenaje recibido ayer en la FIL por parte de poetas latinoamericanos, se declaró hoy "aniquilado". "Me aterra tener que dar entrevistas porque siempre digo lo mismo, voy a tener que inventarme una nueva biografía", dijo el laureado escritor.
Respecto a sus preferencias a la hora de escribir, afirmó que "no haría ninguna separación" respecto a si es ensayista, poeta o traductor y aseguró que tras recibir un premio como el Cervantes y debido a las múltiples celebraciones de las que es objeto este año "es muy difícil escribir".


sábado, 28 de noviembre de 2009

Clarice Lispector, el sol oscuro de Brasil

Clarice Lispector. (Tchetchelnik o Chechelnyk, Ucrania 10 de diciembre de 1920 - Río de Janeiro, 9 de diciembre de 1977).


Por Tomás Eloy Martínez

Hace poco más de medio siglo la fuerza de transformación de la literatura de América latina asombraba a los países centrales, que habían alcanzado la modernidad gracias al desarrollo de sus industrias, a sus hallazgos tecnológicos, sus redes de comunicación, sus trenes y sus aviones. Pero su lenguaje y su capacidad de narrar la sociedad estaban apergaminados, cansados, y suplían la falta de sangre e ideas nuevas con juegos teóricos que no llevaban a ninguna parte. En América Latina, el afán de crear ese mundo nuevo que expresaba la revolución cubana parecía haberse concentrado en la literatura.
Mientras , los países del Río de La Plata , México y Colombia respiraban a pleno pulmón los nuevos aires, Brasil, el gigante, se mantenía impermeable a todo lo que no viniera de sí mismo. Brasil cambiaba de piel, pero se alimentaba de su propia música y de su propia herencia literaria. Cierta vez le preguntaron a João Gilberto por qué daba tan pocos recitales en el extranjero, donde su música tenía un éxito clamoroso.
''¿Para qué?'' respondió. “En Brasil mi público es tan numeroso como en el resto del mundo y además me escuchan con mayor felicidad”.
A mediados del siglo XX, el gran nombre de la literatura brasileña seguía siendo el de Joaquim Maria Machado de Assis (1839-1908), quien escribió una sucesión de obras maestras mediante el simple recurso de observar atentamente el paisaje interior de los pensamientos y los sentimientos para contarlos de una manera inusual, inesperada. Uno de sus mayores herederos es João Guimarães Rosa, quien impresiona más que nada por su virtuosismo verbal y el oído finísimo con que capta la música de las voces del sertón, en el nordeste profundo de su gigantesco país.
Sin embargo, la única hija directa y legítima de Machado de Assis es Clarice Lispector, cuya obra misteriosa empieza a difundirse en los Estados Unidos con tanto ímpetu como la de Roberto Bolaño. Al chileno lo consagró el semanario The New Yorker, a Lispector le rinde tributo el influyente The New York Review of Books con un ensayo extenso de Lorrie Moore, la joven diosa del minimalismo.
Moore advierte que la magnética fama de Lispector se debe en parte a los estudios sobre su obra reunidos por Hélène Cixous, a quien las universidades francesas deben el apogeo de los estudios sobre la mujer. En Francia, recuerda Cixous, la exquisita abstracción de la prosa de Lispector hacía que la vieran como un filósofo. Cuando asistió a un encuentro de teóricos sobre su obra, abandonó la sala en la mitad del homenaje diciendo que no entendía una sola palabra de esa jerga.Una de las primeras veces que se oyó hablar en Buenos Aires de Lispector fue a fines de los años '70, cuando circuló la leyenda de que se había quemado viva en su casa de Río de Janeiro.
En 1969 ya el mítico editor argentino Paco Porrúa había publicado en la editorial Sudamericana algunos de sus libros: las novelas “La manzana en la oscuridad”, “La pasión según GH” y “Un aprendizaje o el libro de los placeres”, así como los admirables cuentos de “Lazos de familia”. Lispector rompía con todas las convenciones del arte de narrar y arrancaba de cada palabra un temblor secreto, enigmático. Sus revelaciones eran como las de un teólogo oriental bailando una danza ritual africana.
Cuando la leímos, deslumbrados, en el semanario Primera Plana, pensamos que era imperioso viajar a Rio de Janeiro para descifrar sus secretos. Sara Porrúa, quien entonces era la mujer de Paco, quiso ser la adelantada en esa búsqueda.
Las primeras noticias que envió disipaban la fábula de Lispector quemada viva. Su cama se había incendiado accidentalmente cuando se quedó dormida con un cigarrillo encendido. Pero la habían rescatado a tiempo. Su extraña belleza tártara (los ojos almendrados y rasgados, los pómulos salientes, la constante expresión de angustia de su cara) se le había marchitado cuando ardió el lado derecho del cuerpo, inmovilizándole el brazo. Nada, sin embargo, apagaba su pasión por narrar el mundo.Sara la vio un par de veces más, y con su imagen intensa, inolvidable, se perdió en las selvas de Guatemala y se convirtió en personaje de Cortázar.
Dar una idea de su imaginación sólo es posible a través de un par de citas. El comienzo de la novela “Un aprendizaje” (1969) es una frase que viene de la nada. La puerta de entrada de esa novela es una coma: '', estando tan ocupada, había venido de las compras de casa que la sirvienta hiciera a las corridas porque cada vez trabajaba menos aunque sólo viniera para dejar almuerzo y cena listos ...''.
Antes de ese comentario doméstico y trivial, Lispector ha sorprendido al lector con una advertencia que es también una afirmación de su ser:“Este libro se pidió una libertad mayor que tuve miedo de dar. Está muy por encima de mí. Humildemente intenté escribirlo. Yo soy más fuerte que yo. C.L.”
Y hacia el final de “Agua Viva”, alza la voz: “No voy a morir, ¿escuchaste, Dios? No tengo coraje, ¿oíste? No me mates, ¿oíste? Porque es una infamia nacer para morir no se sabe cuándo ni dónde. Voy a ponerme muy alegre, ¿escuchaste? Como respuesta, como insulto”.
Su desmesurado desafío a la muerte impregna muchas de las crónicas reunidas en “Revelación del mundo”, que incluye todas las que escribió para el Jornal do Brasil entre 1967 y 1973. Otras, inéditas, se publicarán el año próximo en español bajo el título de “Descubrimientos”.
Lispector continúa siendo un enigma sin descubrir que asombra en cada frase, en cada desvío de la vida. Murió a los 57 años de un cáncer de ovarios, después de haber pasado los últimos años encerrada en la soledad de su casa de Leme, cerca de las arenas de Copacabana.
Su autorretrato cabe en una frase. “Mirarse en el espejo y decirse deslumbrada: Qué misteriosa soy”.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Sentados a la mesa: Entrevista con Henning Mankell






Tomado de Revista Arcadia


Casado con la hija de Ingmar Bergman, el escritor sueco es conocido en el mundo entero por sus exitosísimas novelas protagonizadas por el oscuro detective Kurt Wallander. ¿Por qué no se ha ganado el Nobel un escritor de novelas policíacas?


¿Por qué escribe usted novelas de detectives?
La pregunta es si eso es lo que hago. He escrito más o menos 40 libros. De ellos, una cuarta parte es lo que podríamos llamar novelas de detectives, así que definitivamente escribo otras cosas. Algunos científicos literarios miserables piensan que la ficción policíaca fue inventada por Edgar Allan Poe, pero no saben nada. ¿De qué se trata Medea? Pues de una mujer que mata a sus hijos por celos hacia su marido. Si eso no es una historia criminal, no sé qué lo sería. La gran diferencia es que la Policía es un invento posterior, del siglo XVIII ó XIX. La idea de utilizar el crimen para representar conflictos en una sociedad, o entre seres humanos, es efectivamente uno de los géneros más antiguos que existen. Y para mí también ha sido útil en unos cuantos libros. Así lo veo. Hoy vivimos en un mundo donde hay muchísimas supuestas novelas criminales llenas de populismo y especulación. Se publica un montón de libros que son pura y simple basura, escritores que piensan que es posible convertir cualquier cosa en una novela de detective, y eso no me interesa en absoluto. Por eso me parece interesante que mis libros hayan sido distribuidos mucho más que varios otros en este grupo. Una característica de las novelas de detectives es que el suspenso se agota después de la primera lectura... No admiten relecturas.



Tienes razón, pero te equivocas. Hay dos maneras fundamentales de contar una historia. Una es la anécdota que se gira en torno a su conclusión, que depende completamente de cómo termina. La otra manera es, para mí, mucho más interesante. Es el intento por describir el proceso. Si hay algún tipo de libros que detesto son los de Agatha Christie. Leo las primeras páginas y hojeo hasta el final para ver quién lo hizo. No hay nada que me interese en el proceso. Eso es algo que no tiene que ver sólo con literatura de crímenes, sino con toda la buena literatura. Un artista de verdad puede describir bien el proceso. Entonces seguimos los eventos y no estamos esperando que venga el final. Eso es arte, eso es lo difícil. Entonces no leemos novelas de detectives para saber “si fue el mayordomo”? He escrito un libro en el que cuento en la primera página qué pasó y quién lo hizo. Y en las próximas 500 páginas describo la investigación. Tengo que contar una historia que la gente quiera oír. Realmente eso es el suspenso. Me gusta este símil que implica invitar al lector a sentarse contigo en la mesa. Si escribo un libro donde revelo todo, el lector se queda parado al lado mientras yo estoy sentado en la mesa comiendo. Entonces he fallado. El lector tiene que sentirse acogido en la mesa. Eso me fascina. De vez en cuando veo una obra de teatro buenísima. Entonces me entran ganas de participar. Eso, para mí, define calidad.


¿Y por qué cree usted que no ha recibido el premio Nobel de literatura ningún escritor de novelas de detectives?
Eso vendrá. Con una institución tan convencional y antigua y rígida y dogmática como la Academia Sueca, tomará su debido tiempo. Mi opinión es que si Le Carré tuviera 40 años menos, sería inevitable considerarle un candidato. Él ha escrito unas novelas sobre la Guerra Fría que nadie ha podido superar. Le Carré ha sido una gran inspiración para mí, en muchos sentidos. Y Graham Greene casi recibió el premio, pero un miembro de la Academia Sueca, Arhur Lundqvist, se opuso porque estaba enamorado de la misma chica que Graham Greene. Sólo por eso nunca recibió el premio Nobel. ¡Es que la Academia es también un corral de gallinas!


¿Cómo explica usted su productividad?
Trabajo muchísimo. Ahora bien, el día tiene 24 horas para mí también y no puedo entrar en un guardarropa y encontrar un saco de tiempo (¡oh!, aquí estaban cinco semanas que había olvidado...) Veo muy, muy poca televisión. Si disminuyo el tiempo que veo la tele una hora al día, son ocho semanas al año. Y en ocho semanas casi escribo otra novela. Así que soy muy cuidadoso con lo que no hago. También soy minucioso en lo que no escribo. Intento siempre decidir qué es lo importante, y allí encuentro una selección que facilita mi trabajo. Siempre trabajo en dos cosas a la vez, pero sólo es posible tener una cosa principal. Digamos que escribo un libro, que es lo importante. Pero si necesito descansar un rato, quizá me ocupo con una obra dramática un rato y vuelvo al libro.

Usted vive la mitad del año en Suecia y la otra mitad en Mozambique. ¿Cómo influye eso su trabajo?
Escribí muchos de mis libros mitad en África, mitad en Suecia. Pero eso no significa nada. Tengo dos hogares, dos arraigos. Tengo el privilegio de vivir con un pie en la nieve y uno en arena. Un pie frío y otro caliente. Eso se equilibra. La única diferencia es que me levanto a las 5 de la mañana en África para utilizar las horas frescas de la madrugada. Pero duermo la siesta tanto aquí como allí. Es un invento maravilloso.


Usted ha dicho que el mundo imaginario puede ser tan esencial como la realidad. ¿Puede elaborar ese pensamiento?
El artista veraz es el niño. Creo que los niños entienden que la imaginación existe para ayudarte a sobrevivir como niño, porque la niñez es difícil. Te haces preguntas difíciles sobre la vida, la muerte, la soledad... y creo que necesitas la imaginación para aguantar. En mi caso era muy dramático porque mi mamá desapareció cuando yo tenía un año. Se largó, y por supuesto era una situación delicada el ser rechazado por mi madre de algún modo. Mi estrategia para sobrevivir fue inventarme otra mamá. Cuando me encontré con mi propia mamá, a los 15 años, preferí a mi mamá imaginada. Pero debo decir que mi mamá imaginada era muy estricta. No sólo era una de esas madres que me daba pasteles. Los seres humanos tenemos lo que necesitamos para sobrevivir. Si no necesitáramos la imaginación, no la tendríamos, simplemente. El arte verdadero existe cuando eres niño. Luego cuando te vuelves mayor y quizá quieres ser artista, necesitas reconquistar lo que tenías de niño.


¿Y cómo lo ha logrado?
He reconocido el mundo de la imaginación y a la imaginación como instrumento para describir el mundo real. Soy escritor de ficción y escribo lo que podría haber pasado, no necesariamente lo que pasó, mientras lo documental es una reproducción fiel de la realidad. Con ayuda de la imaginación le doy cuerda a la historia que quiero contar.


¿Qué cree usted que atrae tanto a los lectores del extranjero?
Es importantísimo recordar que la mitología sobre Suecia, desde las hermosas rubias hasta el Estado perfecto, no la hemos creado nosotros. En el mismo sentido nosotros construimos mitología sobre otros países; sin ir más lejos, la imagen de una Colombia terrible. Yo no escribo libros en paisajes convenientes. Pero claro que el paisaje y la sociedad Sueca pueden parecer muy exóticos, vistos desde Colombia. Pero lo que realmente pienso –y que creo que explica mucho, si hablamos de los libros sobre Wallander– es el matiz de que las novelas tratan la relación entre el sistema judicial y la democracia, un problema gigante en todo el mundo. Creo que mucha gente comparte la inquietud de Wallander. Sabemos que la democracia se avería si no funciona el sistema judicial, y si la dejamos averiar, le ponemos un precio a la democracia.


Otra explicación es obviamente el protagonista y lo que me gusta llamar el “síndrome diabetes”. Yo describo personas que se transforman. Como tú y como yo. Nunca vamos a ser las mismas personas después de habernos encontrado. Nos influimos y nos cambiamos. Cuando había escrito tres libros sobre Wallander hablé con una amiga que es médico y que había leído los libros. Le pregunté cuál enfermedad sería la ideal para Wallander. “Diabetes”, me contestó en seguida. Él es la persona típica que tiene diabetes. Con diabetes se volvió aún más popular y creíble, porque en el mundo real hay gente que efectivamente es diabética. Eso me enseñó mucho sobre cómo funcionan los libros.
En el último libro, Wallander parece cansado. ¿Está cansado también usted?
No, para nada. Tenemos en común la edad, a ambos nos gusta la ópera italiana y somos muy enérgicos. Eso es lo único. Si Wallander hubiera existido, no seríamos amigos. Somos demasiado diferentes.


Y ahora Wallander no vuelve más?

Así es. No muere, pero entra en su vejez. Algo sucede y en la última página uno entiende que es imposible seguir. En cambio quizás escribo un poco más sobre la hija. Wallander puede estar allí en un fondo, pero no temo perder algunos lectores. Tengo que seguir mi camino y la vida es corta.


Lo ha dicho antes, que había escrito la última novela de Wallander...
Hace exactamente diez años escribí lo que, con el corazón en la mano, creía que era la última. Después nunca más pensé en aquello durante cinco años. Pero luego empecé a darle vueltas a la idea de que podría haber un libro más, uno que tratara más de sí mismo; y resultó este libro. Muchas gente me dice “ya veremos”, pero yo simplemente les respondo: “Cuéntame algo más, que eso no me importa”.

lunes, 16 de noviembre de 2009

jueves, 12 de noviembre de 2009

Ciudad y lluvia...

Presento a continuación algunas fotografías de la ciudad de San Pedro Sula en estos días de lluvia. Como toda ciudad cuando llueve, el panorama es triste y desolado, ideal para unas buenas postales.
27 calle y salida a Chamelecón. Cuartel de Bomberos.

Fuente Luminosa 7.Am.

Frente a UTH


Monumento a la Madre
(Fotografías de Murvin Andino)


lunes, 2 de noviembre de 2009

Cuatro poemas

A continuación cuatro poemas de Frank Báez (Santo Domingo, R.D., 1978) que aparecieron en la edición número 100 de la revista El Malpensante de Colombia.

— Autorretrato —

Rodé al año y medio por las escaleras hasta el segundo piso. A los seis casi me ahogo en una piscina.

A los siete me arrastró la corriente de un río. Me golpearon con un palo, con la culata de un fusil,
con una tabla. Me propinaron un codazo en la cara y otro en el estómago, rodillazos, machetazos, foetazos.

El perro del vecino me mordió un brazo.

Me cortaron una oreja haciéndome el cerquillo. Noqueado. Abofeteado. Calumniado. Abucheado. Apedreado.

Perseguido por sargentos en motor. Por dos cobradores.

Por tres mormones en bicicleta.

Por muchachas de Herrera y del Trece.

Me han atracado treinta veces.

En carros públicos. Taxis. Voladoras. A pie.

Alguien me dio una bola y me dijo I am gay. Me robaron un televisor, un colchón,
seis pares de tenis, cuatro carteras,
un reloj, media biblioteca.

Se llevaron varios manuscritos y cometieron plagio.
(Con lo que me han robado pudieran abrir
una compraventa en Los Prados)

Me fracturé el brazo derecho, el anular, la cadera, el fémur y perdí cuatro dientes.

El hermano Abelardo me dio un cocotazo que todavía me duele.

En la fiesta de graduación me cayeron a trompadas y botellazos.

Luego publiqué un libro de poesía y una vecina lo leyó
y escéptica dijo que era capaz de escribir
mejores poemas en media hora, y lo hizo. Accidente con un burro en la carretera.

Intento de suicidio en Cabarete. Taquicardia. Hepatitis. Hígado jodido. Satanizado en Europa del este. Pateado por mexicanos en Chicago.

En Montecristi una mesera me amenazó de muerte
(ahora mismo, clava alfileres en un muñeco idéntico a mí)

Los vecinos sueñan conmigo baleado.

Los poetas con dedicarme elegías.

Otros con rociarme gasolina en la cabeza y arrojar un fósforo y ver mis rizos en llamas. Otras con llevarme a la cama. Y hace semanas un policía me detiene y me pregunta

si yo no era el poeta que había leído poesía aquella noche y le digo que sí y el policía dice que son buenos poemas y hace una reverencia o algo así.


Once estrofas
Para encontrarte tuve que enjaular a la bestia,
mudarme a una ciudad del norte,
cortarme una oreja, aplastar cucarachas
y verter sal sobre la nieve de la escalera.

Visité Nueva York y miré abajo
desde el Empire State y no estabas.
Visité a una gitana de cien años
que dijo: teme a la muerte por agua.

No eras la que encontraron flotando
en el Ozama ni la que amenazó con matarme
empuñando una tijera. No eras Marina
Tsvietáieva colgando de una cuerda.

Te esperé en un apartamento donde las ardillas
entraban y secuestraban mi poesía.
La nieve caía tras las ventanas.
La luna en el firmamento tosía.

¿Dónde está?, le preguntaba a las meseras
que pasaban sin hacerme caso. ¿Dónde estás?,
preguntaba cortándome las manos
y dejándolas caer desde un puente en Chicago.

¿Dónde está?, preguntaba como aquel
hombre en el veinteavo piso de un edificio
que se quema, como Baudelaire sentado
en un banco de París al amanecer.

No estabas en la playa mientras
las olas le susurraban tu nombre a la arena.
(El sol brillaba y una gaviota parecía
haber pescado un zapato de Hart Crane)

Pregunté por ti con un cigarrillo entre los labios,
barajando el dominó y temblando,
como un árbol depresivo que ha dejado
caer todas sus hojas y le da frío.

Te busqué en museos y en bibliotecas
en las cuales me dormía y melancólico traducía:
sueño con ella amada o muerta
porque la ciudad es demasiado pequeña.

Te busqué en un sueño, en un bolero,
entre los extras de una película
de bajo presupuesto, te busqué
con los ojos cerrados y con los ojos abiertos.

Te busqué, mi amor,
de esa manera en que Aristófanes
comenta que se buscan las dos mitades
en uno de los diálogos de Platón.

— Anne Sexton —

cerró la puerta del carro y lo encendió y siguió tomando vodka y recitando el
último poema con los ojos inundados de lágrimas negras y gritaba el poema y el
interior del carro se llenaba de dióxido de carbono mientras afuera del garaje se
escuchaban los rugidos del carro cada vez que aceleraba y bebía vodka y
gritaba el poema que era su poema y de nadie más dentro de ese carro que
aceleraba hasta el fondo y al poema se le acababan las palabras y las lágrimas
negras bajaban y bajaban y los pulmones envenenados se hinchaban y el abrigo
de su mamá que llevaba puesto y sus ojos que se abrían o se cerraban como los
de una muñeca.

— La pelota que lancé cuando jugaba en el parque aún no ha tocado el suelo —

Siempre quise ser el primer dominicano en la NBA.
Para entonces poner un dominicano en la NBA
era tan difícil como poner un dominicano en la luna.

Practiqué tiros libres, corrí, hice marineros,
sentadillas y lagartijas.
Parodié ganchos, donqueos.
Jugué veinticinco quintetos al día.
Mandé hacer una franela
con el número veintitrés y lloré
cuando Magic Johnson anunció que tenía sida.

Un día toqué la malla de un salto.
Luego toqué el tablero.
Nunca llegué a tocar el aro.

Conseguí esas pesas
que se amarran en los tobillos
y que incrementan el salto.
Pero no funcionaron y me las cambiaron
por unos Converse Magic con aire comprimido
que me robaron mientras jugaba bajo
un transformador en San Carlos.

Compré unos Reebook Pump
y me expulsaron del equipo nacional
de minibasket.
Me faltaba estatura, alegaron.
Ni empinado era lo suficientemente alto.

Dormí trece, catorce, quince horas al día
para acelerar mi crecimiento.
Comencé a comprar jarabes,
vitaminas, minerales, suplementos.
Luego de once meses
creo me estaba encogiendo.

Hice barras.
Ejercicios de estiramiento.
Le pedí a Jesús, a la Virgen
y al hombre elástico
unas míseras pulgadas de más.

Ya tengo treinta años y todavía necesito
dos pulgadas para alcanzar los seis pies.
En vez de llegar a la nba me mudé de barrio
y ahora juego dominó
en donde da lo mismo si eres enano.
También escribo poemas
y se los dedico a quien se me ocurra.

Por ejemplo este, que dedico a los que ya no se quitan
la camiseta al jugar básquetbol
porque les ha crecido pelo en la espalda.

Espero que lo gocen y que aplaudan.

sábado, 31 de octubre de 2009

El amor no tiene rostro y es estúpido

Había llegado allí luego de salir de la oficina y tras un agobiante día de trabajo sumido entre papeles, números y la asfixiante voz de un jefe, que más que jefe parecía ser su peor castigo, su verdugo. Como lo hacía casi todas la tardes, salió rumbo a la cafetería donde acostumbraba reunirse con sus amigos a conversar o simplemente a despotricar contra un grupo de pintores que también frecuentaban a toda hora del día ese mismo lugar. La cafetería del parque central era un buen lugar para conversar con los amigos y de vez en cuando intercambiar miradas y sonrisas con algunas de las chicas que llegaban allí cada tarde, totalmente diferentes cada día.
Esa tarde no había ninguno de sus amigos, así que se sentó, compró su café laté como siempre y se sentó en uno de los pocos lugares que había disponible, justo en el centro del lugar, no era un sitio cómodo para él, pues no le gustaba sentarse siempre en los lugares donde tuviera alguien observándolo detrás de él, le gustaba estar en alguna esquina donde pudiera observar a las personas que se encontraban siempre en ese lugar, y si era cerca de cualquiera de las ventanas, era mucho mejor, también le fascinaba contemplar a la gente al pasar y ver cómo tropezaban en un desnivel que tenía una área del empedrado del parque. Vio a muchos caer de bruces en una sola tarde y eso en cierta forma parecía ser una de las razones para no faltar al espectáculo.
La incomodidad que sentía en ese sitio donde creía ser el centro de las miradas, fue aliviada cuando se percató de una joven hermosa que se había sentado a dos mesas de distancia de donde él se encontraba tomando su café. Ella tomaba un helado de café y parecía buscar en su teléfono celular algún número o simplemente le escribía a algún amigo o admirador.
Era pelo negro, un poco delgada y con cierta belleza, tenía además rasgos como de estudiante univeristaria.
Bonitos ojos, se dijo, mientras pensaba en la necesidad de amor que sentía en su interior, y lo presentía porque al verla por puro instinto entendió que ambos estaban allí esa tarde a esa hora por alguna razón del destino.
Tomó su bebida aromática con la mayor lentitud que pudo, hasta que estuvo totalmente fría y había perdido su sabor a café. En ese momento pensó que haría una locura, como esos amantes con toques mágicos a la hora de conquistar una chica que siempre había admirado. Pensó en besarla, en sentarse junto a ella y cantarle una canción de amor.
Se levantó, luego de un buen momento de meditaciones sobre si verdaderamente debía hacerlo, tomó una servilleta y pensó hacer la forma de una rosa, como ya lo había ensayado muchas veces, pero sólo escribió algo, tomó valor y un poco de aire y se dirigió a la mesa donde se encontraba ella.
-Te he observado desde hace rato y no he podido evitar pensar en que te amo, que he sentido esa magia que algunos llaman amor a primera vista. Espero tu llamada, le dijo, y se fue.
Sabía que no sería capaz de estar mucho tiempo frente a ella luego de eso, así que fue breve. Le entregó la servilleta donde había escrito su número de teléfono celular y se marchó.
Ella sonrió falsamente.
Él se marchó, caminó lentamente rumbo a su apartamento que quedaba al otro extremo de la ciudad, mientras esperaba la llamada de la mujer que recién había conocido o por lo menos a la que él se había atrevido a hablarle. Pero no hubo respuesta. No se esperaba tanto silencio, no sonó su teléfono móvil, sólo escuchó el estruendo de un camión que se aproximaba a su espalda y que al pasar junto a él le dejó el inclemente hedor que acarrean los camiones recolectores de basura.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Unos poemas de "Laura se escribe con L de locura"

Fotografía de Murvin Andino (Muchacha en Circunvalación)

Comparto con ustedes algunos poemas inéditos del que sería mi próximo poemario, "Laura se escribe con L de locura", que publicaría el próximo año.
Murvin Andino Jiménez


Laura se escribe con "L" de locura
No espero otra mujer,
ni figuras demenciales para el viaje.
Ella percibe mi delirio y se aleja años de mí.
Insisto, la ternura pone su nombre entre mis brazos
y otra vez debo a las tardes el instante de contemplarla.
Siempre fugaz y transparente.
Laura define a la mujer que espero,
lo sabe, por eso ignora el vértigo de mi voz amable,
por eso espero el golpe de mi sed en su estatura.


Aquella sombra
Era un bar a medianoche,
la calle recién bañada por la lluvia
mientras una ramera fumaba sin parar
imaginando el universo.
Era de humo,
azul tenía mi espera.
Era de horas, de voces,
tenía la claridad acostumbrada,
la sangre muda,
las mismas manos inermes, igual el frío.
Ella venía en la noche,
sola y libre, doliendo,
como un cuerpo triste.
También sus ojos habían volado,
y era de humo su boca que no existe
y el instante siguiente.


Espero no volver
Me importa llamarme poeta
o llamarme martes,
vivir de la nostalgia
y del dolor de las heridas.
Asumo cada día la posición de Dios
y me convierto en sanguinario
por desgracia del amor.
Padezco de insomnio cada noche,
recorro inconmovible
los tejados de las casas del barrio
a donde nunca he pertenecido,
vuelo como buitre por las calles
de una ciudad distante
donde todo es niebla y mentiras lacerantes.
La eternidad transcurre como una condena
y las voces incitan al espléndido suicidio.
Se escuchan los gritos antes de dormir
y nada es cierto, ni mi sombra,
ni mi mente
que no encuentran un nombre para mi alma.
Sin embargo, espero no volver,
cegar de una vez el fuego
y descansar de nuevo entre las sombras.

sábado, 10 de octubre de 2009

La curiosidad del poeta

José Emilio Pacheco, poeta mexicano- CÉSAR DURIONE

Hay una voz que emociona a los jóvenes mexicanos. Es la de un hombre de 70 años que conoció a Octavio Paz, a Luis Cernuda, a Vicente Aleixandre, a Max Aub, a Jorge Luis Borges. Hay un poema de 1967 que emociona a todas las generaciones de mexicanos. Se llama Alta Traición y dice así: "No amo mi patria. / Su fulgor abstracto / es inasible. / Pero (aunque suene mal) / daría la vida / por diez lugares suyos, / cierta gente, / puertos, bosques de pinos, fortalezas, / una ciudad deshecha, gris, monstruosa, / varias figuras de su historia, montañas / -y tres o cuatro ríos". La voz y el poema pertenecen a José Emilio Pacheco, pero más allá de lo extenso de su obra, de la importancia de los premios recibidos, lo que inspira la vida y la obra del último premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana se resume en una frase que intercala en la conversación: "Es muy curioso todo". Y es en la manera gozosa en que lo dice, en el deseo inagotable de aprender y en su forma de transmitir lo que sabe, siempre como un regalo, nunca como una lección, donde está el alma de José Emilio Pacheco, su conexión tan íntima con lo mejor de México.

-Qué casa más bonita.
-La queremos mucho.

La cita es a las nueve de la mañana, en su casa, para desayunar. José Emilio Pacheco estrecha la mano del periodista y en ese momento, fin del verano, ciudad de México, colonia de La Condesa, dos temores se sientan frente a frente. El del poeta a las entrevistas. El del periodista ante un sabio que odia las entrevistas. Después de un primer café de tanteo, y ante las primeras preguntas, José Emilio Pacheco decide confesar: "¿Ves?, encendiste la grabadora y enmudecí. Hay gente que tiene el talento para hacer entrevistas, pero yo carezco absolutamente de ese talento. Después de cada entrevista, me quedo pensando: ¿por qué no le dije esto...? Debería haberle dicho aquello otro... Ten en cuenta que yo estoy acostumbrado a escribir, a ver lo que pienso. Y si no veo lo que estoy diciendo, ¿cómo puedo pensar?".

Confesión por confesión, el reportero le cuenta que hasta la noche anterior no le llegó por correo electrónico su último libro, La edad de las tinieblas, que en España publica Visor. Y que fue abrir el archivo, empezar a leer los 50 poemas en prosa y sentir ternura con Bolotó, "el terror de las hormigas", miedo ante la mirada del insecto, "en la noche del insecto hay un minuto en que se pregunta a qué sabrá sentirse humano", nostalgia de aquella lejana tarde con aquella mujer, "nos llevamos tan bien que sin decirlo preferimos no volver a vernos...". Al apagar el ordenador, ya alta la madrugada, el periodista había desaparecido y se había convertido en uno más de sus rendidos admiradores. Cuando José Emilio Pacheco acude a alguna celebración literaria en México, los organizadores saben que habrá lleno absoluto, y que sus lectores no se conformarán con la delicia de escucharlo hablar, sino que querrán saludar al autor de Las batallas en el desierto, que se retrate con ellos, que les dedique un libro... Cuando se pregunta aquí y allá por José Emilio Pacheco, las respuestas coinciden: "¿Lo vas a entrevistar? ¡Qué suerte! Es una persona encantadora, un sabio como los de antes. Eso sí -bajan la voz-, ten en cuenta que José Emilio Pacheco odia las entrevistas". Pacheco se disculpa: "La paradoja es que a mí me gusta mucho leer las entrevistas, pero hay veces que me preguntan: ¿y usted qué intentó reflejar con este poema...? Ah, pues yo, no sé qué responder... Prefiero que hablemos tranquilamente y luego tú escribes lo que creas más conveniente. ¿Te he ofrecido ya café? ¿Qué poema me decías que te había gustado?".

Sin duda, uno de los poemas más sobrecogedores es precisamente el que da título al libro, 'La edad de las tinieblas'. En uno de los párrafos, José Emilio Pacheco describe así un quinqué: "Me intriga pensar en lo que han dicho mis padres: en el petróleo de la lámpara flotan reducidos a esencia bosques y dinosaurios de la prehistoria. Millones de años se han necesitado para humedecer la lengüeta de jerga que convertida en mecha soporta la llama. Una campana de cristal la protege y le permite iluminarnos. En el quinqué se consumen los restos fósiles de una vida improbable. La noche huele a luz carbonizada".

PREGUNTA. ¿Qué se siente cuando uno escribe una frase redonda, una frase definitiva como ésa? "La noche huele a luz carbonizada...".

RESPUESTA. Uno se siente muy satisfecho, sí, eso sí.

P. ¿Y cuando se percata de que un libro suyo publicado en 1981 - Las batallas en el desierto- tiene aún tanta vigencia que sigue siendo traducido, admirado por lectores de 16 años...?

R.
Una gran satisfacción, sí, pero también alguna forma de humildad. Uno no tiene la intención de provocar ese efecto, es algo que tiene el texto. Porque uno siempre quisiera escribir bien y que las cosas salieran. Pero no salen...

P. ¿Es muy exigente?

R. Sí, guardo o destruyo mucho.

P. ¿Y cuándo sabe si un texto es bueno o malo?

R. Eso me costaría mucho decirlo. Tal vez uno sí tiene la intuición de lo que está bien. El problema es que es una intuición provisional, porque después de que sale el libro sigo corrigiendo... Soy un horror para los editores.

P. A propósito de los versos, usted cuenta en La edad de las tinieblas: "Los veo formarse indefensos y salir en busca de alguien que los resguarde. La inmensa mayoría les da la espalda. Cuando ellos se acercan las personas desvían la mirada y hacen como si los versos no existieran". ¿Cuándo decide que sus poemas están listos para subir al metro y vencer "la hostilidad, el desprecio o cuando menos la indiferencia de los pasajeros"?

R. No hay ninguna regla. Podemos ver poema por poema, y te diré: "Mira, éste me costó un trabajo infinito, un trabajo de años". Y otros, en cambio, salen prácticamente de primera intención. Es muy extraño...

P. ¿Y ni siquiera la experiencia sirve?

R. Para nada, al contrario. Con 20 años piensas que tal vez un día llegues a escribir con una facilidad, con una certeza y un conocimiento... Y no, nunca. Siempre es por primera vez, siempre. Y, además, la mayoría de las cosas salen muy mal. La mayoría de los textos que haces son malísimos, para que uno te salga bien necesitas hacer 50 muy malos.

P. Tan malos no serán...

R. Sí, sí. Mayans, un neoclásico del siglo XVIII, decía: "En la poesía, lo que no es excelente es despreciable". Y tenía razón.

P. O sea, que hay pocas cosas más espantosas que un poeta malo...

R. Sí, sí, y además hay otra cosa: ya nadie admite la crítica. Eso se acabó con los cafés. Hay que acostumbrarse de nuevo a que la gente no esté de acuerdo en todo contigo, que no te diga que todo lo que escribes está bien. Porque si yo ahora le digo a alguien: oye, no me gustó... No lo acepta. Eso es impensable ahora.

P. ¿Cómo agrupa los poemas?

R. Se van haciendo y de repente digo: aquí hay un libro, pero nunca me he propuesto escribir un libro de poesía. Ésa es una cosa muy singular que tenía Pablo Neruda. Que Pablo Neruda decía: voy a hacer un libro. Y entonces lo hacía. No iba reuniendo poemas. Por ejemplo, yo digo que Rubén Darío es un poeta de poemas, no de libros de poemas. Rubén Darío hace poemas, nunca piensa en el libro, y Neruda sí.

P. Por cierto, ¿es verdad que usted no quiso conocer a Pablo Neruda?

R. Sí, porque yo qué le iba a decir a Neruda, prefería leerlo. Me dijeron: esta noche va a estar aquí Neruda (supongo que rodeado de otras 800 personas). Y qué le iba a decir yo: buenas noches, señor Neruda, me gustan muchos sus poemas...

P. Neruda, Cernuda, Aleixandre... Los conoció a todos...

R. Los conocí a todos por cuestiones de edad. Sobre todo a la gente de los sesenta. La influencia de la literatura española en México fue muy grande. Hay que tener en cuenta que el exilio fue una catástrofe humana, pero a la vez una bendición cultural y de intercambio. Yo nazco en el 1939, y por tanto toda mi vida pasa al lado del exilio. Hay dos escritores que tuvieron mucha importancia en México: Max Aub y Vicente Aleixandre... Vicente Aleixandre escribía una carta a cualquier poeta hispanoamericano que le mandara un libro. Recibí muchas cartas de Aleixandre, pero cuando estuve en Madrid en 1968 no me atreví a ir a Velintonia. Jamás lo vi en persona. Y los libros españoles llegaban a casa de Max y uno podía leerlos. Él fue realmente un vínculo muy importante. Me da mucho gusto que ahora se le esté haciendo justicia a Max.

P. Hasta no hace mucho era prácticamente un desconocido en España.

R. Sí, y aquí también. Es lo que suele pasar con una obra tan vasta y tan variada. De hecho, él tiene una frase muy buena: el hombre orquesta nunca alcanzará la notoriedad del solista.

P. Da la impresión a veces de que antes, en los tiempos de las cartas y los barcos, había más contacto entre las dos orillas que ahora, con el correo electrónico y el avión..., que ahora hay más distancia.

R. Sí, pero es precisamente por lo contrario. Porque hoy todo está más a la mano. ¿Cuántas veces voy yo al castillo de Chapultepec o al Museo de Antropología? ¡Nunca! Porque me quedan a unos minutos de mi casa. Si en vez de vivir aquí viniese a México de visita, estaría allí ahora mismo. Es lo que pasa también con Internet.

A José Emilio Pacheco le apasiona la riqueza del español. Se puede pasar horas hablando -y disfrutando- de las distintas maneras que tiene nuestro idioma de nombrar la misma cosa. "Yo creo que hay que respetar. ¿Por qué la gente de Santiago de Chile o de Tegucigalpa va a hablar como yo? No tiene ninguna razón. El castellano es de Castilla, pero en México hablamos español porque está hecho de todas las Españas. Camilo José Cela y Francisco Umbral o Miguel Delibes escriben en castellano, pero yo no puedo escribir en castellano. Yo escribo en español".

P. ¿Y se puede traducir del uno al otro?

R. Claro, no seamos demasiado puristas en esto. El traductor debe traducir para su comunidad lingüística inmediata. Sólo hay que fijarse en el teatro. Las obras de teatro se adaptan hasta por regiones. Hay muchas palabras que se utilizan en la Ciudad de México que no se dicen en Monterrey o en Mérida. Y se tienen que adaptar. Por ejemplo, cosas tan elementales como la resbaladilla... ¿Cómo se dice en España?

P. El tobogán.

R. Pues en Nuevo León es el resbaladero. Había cuando era niño un artículo del Reader's Digest que se titulaba 'El inglés que usted no sabe que sabe', por todas las palabras similares, los falsos amigos o cuñados... Yo quiero escribir un libro que se llame El español que usted no sabe que sabe...
Y sobre eso hay una anécdota que viene a colación: "Vas a ver. Vino Borges, en 1973, nunca había venido. Era muy antimexicano Borges, y le dieron el Premio Alfonso Reyes. Regresa a Buenos Aires, lo entrevistan en La Nación y le preguntan cómo fue su viaje. Ah, maravilloso, respondió, estupendo, me trataron tan bien... ¿Y qué fue lo que le gustó? Todo, las pirámides de Teotihuacán... Pero más que nada, yo pensé que a los 74 años yo hablaba castellano, y aprendí un verbo mexicano que me encanta, y que ahora uso todo el tiempo, que es platicar. Entonces, la próxima vez que vi a Borges, le dije: es inconcebible, porque quién sabe qué pasó en el mundo hispánico que hacia 1930 desapareció de todas partes excepto de México platicar. Y le añadí: platicar está en toda la literatura medieval, está en toda la literatura del Siglo de Oro, del siglo XVIII, del siglo XIX y está en sus libros... Y él me decía, no, es que platicar es conversar. Y yo le respondía que no. En este momento tú y yo estamos platicando, si estuviéramos ante la televisión estaríamos conversando. Platicar es una cosa privada. En España es charlar. Pero a mí, para mi habla de la Ciudad de México, charlar es un cultismo de platicar. O poniendo como ejemplo otra palabra: en Guanajuato, aguardar es lo normal y lo culto es esperar, para mí no. Para mí suena más raro estoy aguardando. Fíjate, en el mismo país, ¿no te parece maravilloso?".

P. Yo soy de Sevilla y allí se utiliza mucho convidar en vez de invitar, y en el resto de España no tanto...

R. Ah, convidar es muy de México. Te puedo convidar a un café... O, mira, la primera vez que yo llegué a Bogotá, me dijeron: ¿no le provoca un tintico? Y yo le respondí, no, no bebo antes del almuerzo... Y resulta que un tinto es un café... Pero, además, aquí provocar se perdió. En el habla de mi infancia, provocar es tener ganas de vomitar. Qué curioso es todo. ¿Tú entonces crees que el andaluz es el origen del habla de América...?

P. A tanto no soy capaz de llegar, pero sí es verdad que en México se encuentran en perfecto estado de salud palabras que en España ya están muertas y que en Andalucía sólo están moribundas...

R. Pues a mí me han dicho ingleses que la misma impresión tienen en Estados Unidos. Por ejemplo, a ti qué te sale más natural, ¿estrecho o angosto...?

Sobre la mesa hay una foto que acaba de cumplir 50 años. En ella están, sentados en el suelo y en animada conversación, José Emilio Pacheco, Sergio Pitol y Carlos Monsiváis. Los tres escritores, los tres mexicanos, los tres supervivientes de una época que ya sólo queda en la memoria. Dice José Emilio Pacheco: "Antes de la inseguridad, esta ciudad era muy agradable. Por eso se vino a vivir aquí García Márquez, tanta gente. Yo conocía a los cineastas, a los pintores... Ahora no conozco ni a los escritores. Entonces se podía vivir en la calle. Yo acompañaba a Monsiváis a su casa y de regreso él me acompañaba a mí". Hay en La edad de las tinieblas un poema en prosa, titulado 'A la extranjera', en el que Pacheco llora a México perdido: "A usted le duele esta ciudad que también ha hecho suya y lamenta ver cómo la hemos destruido y la seguimos arrasando. No entiendo sus razones para amar un sitio desesperante y sin esperanza. O tal vez existe la esperanza porque usted se encuentra aquí una vez más y llena de luz otra estación sombría.
Nací en un lugar que se llamaba como éste y ocupaba su espacio. Ahora también en mi suelo natal soy extranjero en tierra extraña. Ya no conozco a nadie ni reconozco nada. Usted, en cambio, no es extranjera en ningún lado. Usted es de todas partes como la música.
Por favor, no se vaya. No se lleve al partir un fragmento de luz entre el desierto pardo y la barbarie que por codicia y estupidez hemos engendrado".
Han pasado dos horas. José Emilio Pacheco sale a la puerta de su casa a despedir al invitado. Unas muchachas que pasan por la acera de enfrente lo reconocen y sonríen. A finales de noviembre, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, mil jóvenes se reunirán con Pacheco para celebrar su 70º aniversario. Porque su poesía "es de todas partes como la música". Porque en México aún se ama a los poetas más que a los futbolistas. Porque aquí "tal vez existe la esperanza".
Tomado de El País

jueves, 8 de octubre de 2009

"Veinte años después del fin de la guerra fría insiste en mantener el recuerdo del lado inhumano del comunismo".

La Premio Nobel de Literatura Herta Müller se ha declarado sorprendida por el galardón y ha dicho que de momento se ha quedado sin habla aunque espera recuperarla a más tardar el 10 de diciembre, cuando sea la premiación en Estocolmo.
"Estoy sorprendida y todavía no me lo puedo creer. De momento no puedo decir más", dijo Müller en una primera reacción difundida por su editorial alemana Hanser.
Ya antes, al recibir la noticia a través del secretario permanente de la Academia Sueca, Peter Englund, la escritora había dicho que se había quedado muda pero prometió a su interlocutor que recuperaría el habla para el 10 de diciembre.
El director de la editorial Hanser -el editor, ensayista y poeta Michael Krüger- dijo, por su parte, que con Herta Müller había sido premiada una autora que "veinte años después del fin de la guerra fría insiste en mantener el recuerdo del lado inhumano del comunismo".
"Su gran trabajo de duelo literario es un ejemplo impresionante de una literatura europea comprometida que, con agudeza analítica y precisión poética, hace presente nuestra historia", agregó Krüger.
Tomado de: Clarín

Herta Müller, el duodécimo Nobel para una mujer y el décimo-tercero en alemán

La escritora rumano-alemana Herta Müller, de 56 años, se convirtió hoy en la duodécima mujer ganadora de un Premio Nobel de Literatura y dio a su vez a la lengua alemana por décimo-tercera vez el más prestigioso galardón literario del mundo.
La última escritora que recibió el Nobel antes que Müller fue la británica Doris Lessing, en 2007, mientras que su antecedente en cuanto a autores en lengua alemana es asimismo mujer, la austríaca Elfriede Jelinek, en 2004.Entre los autores alemanes, el directo antecesor de Müller distinguido con el galardón de la Academia Sueca es Günter Grass, en 1999.
Lista de las escritoras ganadores del Nobel de Literatura:
2009.- Herta Müller (Rumanía/Alemania)
2007.- Doris Lessing (Reino Unido)
2004.- Elfriede Jelinek (Austria)
1996.- Wislawa Szymborska (Polonia)
1993.- Toni Morrison (Estados Unidos)
1991.- Nadine Gordimer (Sudáfrica)
1966.- Nelly Sachs (Alemania/Suecia)
1945.- Gabriela Mistral (Chile)
1938.- Pearl S. Buck (Estados Unidos
)1928.- Sigrid Undset (Noruega)
1926.- Grazia Deledda (Italia)
1909.- Selma Lagerlöf (Suecia)

Lista de autores en lengua alemana galardonados con el Nobel:
2009.- Herta Müller (Rumanía/Alemania)
2004.- Elfriede Jelinek (Austria)
1999.- Günter Grass (Alemania)
1981.- Elias Canetti (Bulgaria)
1972.- Heinrich Böll (Alemania)
1966.- Nelly Sachs (Alemania/Suecia)
1946.- Hermann Hesse (Alemania/Suiza)
1929.- Thomas Mann (Alemania)
1919.- Carl Friedrich Spitteler (Suiza)
1912.- Gerhart Hauptmann (Alemania)
1910.- Paul Heyse (Alemania)
1908.- Rudolf Eucken (Alemania)
1902.- Theodor Mommsen (Alemania)

Tomado de: Clarín

Herta Müller: «El Nobel no va conmigo, sino con mis libros»

Foto: Reuters
«Todo lo que tengo lo llevo conmigo». Así empieza la última novela de Herta Müller, «Atemschaukel», y menos palabras no podrían definir la actitud en el mundo y ante la literatura de esta sucinta y clara evocadora del «no-lugar» del extranjero.
La autora rumana en lengua alemana, miembro de la tradicional minoría sueva del viejo Banato austrohúngaro, se vio forzada a abandonar su mundo bajo la represión del régimen de Nicolae Ceaucescu y, desde entonces, no ha dejado de intervenir literariamente sobre la amarga distopia socialista, si bien con una poética fantástica por su precisión meridiana.
De hecho quien nunca pensó en «ser escritora» finalmente lo ha sido por «consecuencia de la dictadura comunista».
Müller reconoció que, para ella, «toda la literatura gira en torno al daño que unas personas han hecho a otras» y, recordó que, «para aquél que ha vivido en una dictadura las cosas no terminan cuando cambian los tiempos», y evocó a las víctimas, a las que «la caída del régimen no devolvió la vida».
La canciller Angela Merkel conectó el premio con el aniversario del año de las revoluciones, que precipitó la caída del Muro de Berlín y Müller agregó que «todo lo que he escrito tiene que ver con que tuve que vivir 30 años bajo una dictadura. Es aún demasido pronto para hablar» de este premio, dijo con su conocida sencillez Müller, pidiendo «comprensión» a la prensa de Berlín. «Creo que necesito tiempo para encajar esto», «más no puedo decir».
En cualquier caso «esto (del premio) no va de mí, sino de mis libros», respondía la nueva premio Nobel de Literatura ante la evidente avidez de los medios por conocer a una, para muchos lectores extranjeros, gran desconocida. Diez años después del premio a Günter Grass, éste dijo «sentirse muy satisfecho» con el duodécimo autor en lengua alemana distinguido por la academia sueca y, aunque su favorito fuese Amos Oz, Müller sería «una muy buena novelista».
Aún el día antes, cuando empezó a arreciar el rumor, Müller minimizaba sus posibilidades: «este año no será, todo el mundo está en el 20 aniversario del Muro y yo ando contando una historia de deportaciones».
El día después estaba «tan sorprendida que no lo puedo creer», «lo sé, lo sé, pero no consigo que se asiente en mi cabeza».
Müller, que acaba de publicar un libro de gran éxito sobre la deportación ejemplarizante de personas de origen alemán después de la guerra, confesó su vacío después de cada libro y la sensación de que «éste será el último»; pero que luego vuelve y no piensa que el Nobel le influya, ni ante el folio en blanco «ni cuando pele patatas o fría un huevo».

RAMIRO VILLAPADIERNA Tomado de Diario ABC

miércoles, 7 de octubre de 2009

Vivir en un país donde desde que nacemos estamos muertos

Fotografïa de Murvin Andino
Recuerdo haber leído alguna vez un libro de un escritor rosacruz, no tengo en mi mente en este instante el nombre del libro ni el del autor, pero me acuerdo que contaba la vida de un personaje desde su nacimiento, o mejor dicho cómo esperó en la sala de parto de un hospital a que un bebé saliera al mundo para ingresar en ese cuerpo.
Desde que leí eso y quizá desde mucho tiempo antes, he guardado cierta duda con respecto al tema de la reencarnación, aunque sea por el hecho de ser un libro y que deba considerarlo como ficción.
Dicen que cada vez que tenemos un presentimiento y nos recorre la sensación como de haber estado antes en cierto lugar, se debe a que en la vida anterior ya estuvimos allí y sólo recordamos ese lugar. Un déja vu, dicen muchos para explicar ese fenómeno, también llamado paramnesia, como la experiencia de sentir que se ha sido testigo o se ha experimentado previamente una situación que es nueva.
Otra cosa singular es el hecho de soñar muchas veces con lo mismo. Recuerdo que hace algunos años soñé varias veces con una montaña enorme que quedaba sobre un cementerio por donde yo pasaba en mis días de infancia rumbo al barrio vecino, pues era el único que tenía molino para maíz. Yo jugaba sobre las tumbas de un cementerio que debía atravesar para llegar más rápido y algunas veces cuando encontraba a algún otro niño de los que quizá habían quedado rondando por allí cerca después de las horas de escuela, apedreábamos unos altísimos árboles de mango que crecían entre las tumbas.
Así que recuerdo haber soñado quizá dos o tres veces con ese lugar convertido en un inmenso anaquel, altísimo, donde según el sueño estaban todos los libros del mundo y yo intentaba subir, pero como dicen que en los sueños uno no puede leer, por cuestiones de que la parte del cerebro que trabaja mientras uno sueña, no lo permite, no podía leer ni siquiera los títulos, pero sí eran libros enormes también y sobre todo empolvados, que yo me preocupaba por cuestiones como que se arruinarían si lloviera un día de esos.
Aunque quizá ninguna de las dos cosas de las que he hablado tengan relación una con la otra, las cuento porque ambas cosas suceden en la mente como procesos de reacción o estímulo, quizá por algo vivido o por algún tipo de deseos que no somos capaces de satisfacer. Y recurro mucho más antes al comentario del primer párrafo para mostrar que si de verdad existe la reencarnación, estos sueños o déja vu pueden ser simplemente reacciones por alguna estimulación o por algo que las activa dentro de nuestra mente.
Vaya tema el que se me ha ocurrido esta vez. Creo que debo leer más Bukowski, a quien creo tener que renunciar porque ya tiene muchos seguidores y tipos raros que quieren ser como él. Ya conocía a dos de esos y el domingo anterior conocí a dos más, vaya mundo hujueputa este.

domingo, 4 de octubre de 2009

Amos Oz, favorito al Nobel de Literatura 2009


Esta semana se comienzan a conocer los nombres de los premiados por el Nobel. El de Medicina es el primero, el lunes 5 de octubre, pero los más esperados son los de Paz (el 9) y el de Literatura, cuya fecha, siguiendo la tradición, no se fija. Aun así, en general se entrega el segundo jueves del mes.
Las quinielas mezclan nombres nuevos y habituales. El israelí Amos Oz encabeza las apuestas, seguido por la escritora feminista algeriana Assia Djebar. Otros nombres que suenan son el poeta sirio Adonis; los norteamericanos Philip Roth, Joyce Carol Oates y Cormac McCarthy (pero es pensar con el deseo, porque la Academia dio durísimas declaraciones el año pasado contra el parroquialismo de la literatura estadounidense); los italianos Antonio Tabucchi y Claudio Magris; el holandés Cees Nooteboom, y a los poetas Tranströmer, Ko Un y Zagajewski, que ni siquiera han sido traducidos al español.
Entre los nombres que suenan en la lengua de Cervantes está Juan Goytisolo y los eternos candidatos latinoamericanos, Vargas Llosa y Fuentes. Pero a la Academia le gusta dar sorpresas. En el Nobel de Literatura no hay finalistas y sus discusiones quedan consignadas en documentos cerrados al público durante 50 años, el doble de los de la CIA. Es comprensible: un millón de euros sigue siendo una cifra respetable.
Fuente: Semana.com

jueves, 1 de octubre de 2009

Juan Carlos Mestre gana el Premio Nacional de Poesía


El poeta español Juan Carlos Mestre ganó hoy el premio Nacional de Poesía por su poemario "La casa roja", una obra en la que dialogan gran parte de las tradiciones y culturas existentes. Otorgado por el ministerio español de Cultura, el premio está dotado con 20.000 euros (unos 29.200 dólares), se concede a la mejor obra de poesía publicada en España en 2008, ya sea en castellano o en algunas de las otras lenguas que se hablan en España. La obra premiada, "sin abandonar la raíz permanente de la mitología personal de Mestre, interroga a los más reveladores derroteros del pensamiento poético contemporáneo, en un diálogo crítico y ético apasionante", afirma Javier Bello en la edición del libro publicado por Calambur.
Mestre nació en la localidad de Villafranca del Bierzo (en la provincia de León), en 1957. Obtuvo la licenciatura en Ciencias de la Información en la Universidad de Barcelona.
Con su primer poemario, "Antífona del otoño en el valle del Bierzo", ganó el premio Adonais, en 1982; y más tarde publicó también "La poesía ha caído en desgracia", con el que obtuvo en 1992 el premio Jaime Gil de Biedma. Con "La tumba de Keats" se le otorgó el premio Jaén de Poesía en 1999.
Pintor y creador visual, además de vate de larga trayectoria, autor de libros como «Antífona del otoño en el Valle del Bierzo» (Premio Adonáis, 1985), «La poesía ha caído en desgracia» (Premio Jaime Gil de Biedma, 1992), «La tumba de Keats» (Premio Jaén de Poesía, 1999), Juan Carlos Mestre (Villafranca del Bierzo en 1957) escribió «La casa roja» (Calambur Editorial) durante nueve años, un libro de alguien que asegura que no tiene «una relación literaria con la poesía.
En ese sentido, comparto la idea de Antonio Gamoneda cuando señala que poesía es un proyecto espiritual y no un proyecto de sociología de lo literario». El poeta ahora galardonado entiende la poesía como «la conciencia de algo de lo que no podemos tener conciencia de ninguna otra manera», y puesto tras la huella y el pensamiento de su «admirado Rafael Pérez Estrada» explica que “este libro son palabras civiles para después del tiempo».
Mestre abre de par en par la puertas de «La casa roja», puertas de una casa que es para él «una casa de huéspedes abierta a los desterrados de la razón, a aquellos que han hecho de su vida una apuesta por la imaginación, por los sueños, aquellos que en las amargas canteras de la Historia levantaron su voz para desobedecer, para decir que no». Una casa, un hogar imperecedero, una vivienda casi eterna para un puñado de habitantes conscientes de que «no hay más alto destino para el arte que no sea el elogio de la dignidad humana y la lucha por el derecho civil a la felicidad». Un puñado de inquilinos cuyas voces constituyen «un coro concertado de desobedientes, de voces borradas por los discursos de orden, por los discursos del poder, por los discursos normalizados que han ido expulsando a través de la Historia las voces de los que disienten».
Juan Carlos Mestre desgrana los versos a través de las habitaciones de esta casa, situada «en un territorio de acarreo que es fundamentalmente el territorio de la poesía, porque en ella caben todas las posibilidades. Afortunadamente, un libro de poemas no es un regimiento en el que haya que guardar algún estricto orden de discursos, sino que es un pabellón de insumisos, todo libro de poemas es un pabellón de insumisos, y la poesía ese lugar donde se hace de manera más radicalmente fehaciente el postulado de que la libertad es la primera obligación de aquellos que establecen los derechos civiles de las palabras como utopía para acercarnos a un porvenir más digno…».

Fuente EFE y Diario ABC

domingo, 27 de septiembre de 2009

"Un humanista que sentía un desprecio total por los políticos"

Guillermo Cabrera Infante. Foto: F. Ontañón. Fuente: el país

«Las revoluciones son el final de un proceso de las ideas, no el principio, y es siempre un proceso cultural nunca político. Cuando interviene la política -o mejor los políticos- no se produce una revolución sino un golpe de Estado y el proceso cultural se detiene para dar lugar a un programa político». Se trata de una cita literal del libro inédito «Cuerpos Divinos» de Guillermo Cabrera Infante (Gibara, 1929-Londres, 2005). «El libro saldrá a primeros del año que viene», comentó Toni Munné, el responsable de la edición de las obras completas del escritor en Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores.
El mundo literario de Cabrera Infante renacía en el pequeño y acogedor auditorio de Caja Segovia, durante uno de los encuentros vespertinos del The Guardian Hay Festival. «Había previstos 8 volúmenes, pero van a ser diez, y vete a saber», comentaba Munné en plena conversación con Miriam Gómez, esposa del fallecido escritor, y Valentí Puig, escritor y columnista de ABC -amigo del matrimonio cubano-. «Toni cuida más a Guillermo que yo, no cambia ni una palabra», aseguraba Miriam, vitalista, elocuente, emocionada, a quien se le escapaba alguna lágrima. «Guillermo ha dejado más material del que publicó en vida», confesaba la esposa, que trabaja junto a Toni y ya clasificó gran parte de ese material de su casa de Londres «en un disco duro».
Desprecio por los políticos
La charla discurría entre anécdotas personales y citas literarias. Miriam Gómez, actriz, llevaba el hilo de la conversación -y lo enredaba graciosamente-, parafreseaba e interpretaba algún que otro poema. Protagonismo merecido que hacía honor, además, al gusto de Cabrera Infante por el cine.
«Admiraba a Welles, Fellini, Buñuel... saldrán más cosas de Guillermo sobre Buñuel, lo entrevistó cuando llegó a México», recordando la faceta periodística del autor. «Usaba también pseudónimos, entre ellos Pastora Niño, es decir, Cabrera Infante», apuntó Toni.
Gómez explicaba que su marido fue «un humanista que sentía un desprecio total por los políticos».
Confesó que la publicación del libro «Mea Cuba» fue parada por un político español cuando Guillermo estaba enfermo y aquel libro era un best-seller. «A ese político lo tengo que coger, le ha crecido la nariz». No llegó a decir su nombre, pero sentenciaba en un tono desafiante lleno de bondad, «los políticos pasan, los escritores quedan».
El acento cubano nunca pierde su dulzura. Podemos leer en el breve prefacio de «La ninfa inconstante», el último inédito del novelista publicado por Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. «Si encuentras anglicismos, corrector de pruebas que no apruebas, no los toques: así es mi prosa». Miriam recordaba una de las muchas frases ingeniosas del escritor: «Me gustaría que me recordaran por un jodedor cubano». Ya se vislumbra el nuevo volumen de Cabrera Infante, lento y hermoso renacer.

Por LESLIE J. LÓPEZ. Tomado de Diario ABC

viernes, 25 de septiembre de 2009

Una ciudad triste e infernal

Fotografía de Murvin Andino

Treinta años, suficiente aburrimiento y sobre todo suficiente nostalgia para esta mierda de existencia. Vivir en una ciudad en donde aparte de padecer una horrible inseguridad, hay que soportar el terrible calor casi infernal durante la mayor parte de año y debemos enfrentarnos cada día a una enorme, pero enorme en realidad, bola de pendejos de todo tipo y calibre.
Tengo la costumbre de ir por lo menos un día a la semana a hablar con mi amigo Dennis sobre lo que hemos estado escribiendo o leyendo últimamente mientras tomamos un café en un centro comercial de la ciudad o en alguna cafetería lejos del bullicio de la gente, alguna donde al pasar de los automóviles o las personas, del humo de los cigarrillos y de los tragos de café, sea congelado o caliente, conversamos sobre cuestiones relevantes para nuestra escritura.
Cero política, cero fútbol y cero chismorreos acordamos para salud de la reunión a veces semanal, otras diaria.
Un día, hace un par de meses quizá, mientras esperábamos no sé qué demonios, pasó un tipo a saludarnos, un viejo compañero de la universidad -según algunos amigos, un pésimo escritor de novelas-, que pasaba casi todo el día intentando escribir otro de sus bodrios.
-¿Ya conocés a Dennis?, le dije.
Sí, me respondió y dijo algo que ahora no alcanzo a recordar, quizá por la simple razón por la que olvido muchas cosas diarias... porque no me interesan.
Bueno, dijo, me marcho, los dejo para que se sigan comiendo a la gente, agregó.
Dio media vuelta y se largó con su estúpida cara de homosexual reprimido.
En primer lugar no se puede comer a la gente y se necesita ser demasiado estúpido para no percatarse de ese grupo de palabras mal usadas, además es de lo que menos interesa hablar.
-Lástima que no lo oí, dijo Dennis rato después que le pregunté si había escuchado lo que dijo ese tipo, ante la tranquilidad con que había seguido revisando un diario o no recuerdo qué cosa.
Ese es quizá uno de los peores tipos que he conocido en mi vida, en una ciudad y en un país tan propicio para tanta estupidez.
Murvin Andino

jueves, 17 de septiembre de 2009

"La poesía está en el exilio"


El escritor José Emilio Pacheco durante un conversatorio en Xalapa, Veracruz, en el marco de la Feria Internacional del Libro Universitario (Filu), habló del "exilio" que vive la poesía.
En una charla que se extendió más de lo estipulado en el programa de la Filu, el escritor se mostró paciente y preocupado por responder los cuestionamientos del público.
"No me veo como un escritor que esté renovando la poesía, eso es muy arrogante, yo sólo escribo", expresó el autor de "Tarde de agosto" (1992), "la poesía va a donde la llevan las nuevas generaciones".
"Tampoco puedes imponerle normas, la poesía siempre repite temas: la muerte, el amor, etcétera, aunque siempre los aborda de formas diferentes", añadió.
Además opinó que los poetas deben leer novelas y que los novelistas deben acercarse a la poesía, a fin de enriquecerse mutuamente.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Representación hondureña en revista Círculo de Poesía

Carlos Mérida

Una recopilación de poesía hondureña ocupó un lugar de privilegio este día en la revista mexicana http://circulodepoesia.com/nueva/. Dicho portal presentó la muestra electrónica donde resaltan algunas de las más importantes voces poéticas del quehacer literario en Honduras.
Gustavo Campos, Giovanni Rodríguez, Jorge Martínez, Marco Antonio Madrid, José Antonio Funes y Fabricio Estrada, poetas que en definitiva marcan la nueva literatura hondureña.
"Sorprendente poesía, vital y contundente. Excelente selección", dice un comentario a continuación de los poemas y de parte de una lectora, Flor Cecilia Reyes, según el dato que aparece en el sitio.
Así que los invito a echar un vistazo a esta interesante página web.
Murvin Andino