sábado, 27 de noviembre de 2010

"Bolaño es como el rock and roll: revolución, pecado y energía sexual"

Patti Smith
La cantante y poetisa norteamericana estuvo Madrid para la celebración de la semana dedicada al autor de "2666" y "Los detectives salvajes" y habló sobre el placer de leer la obra de Roberto Bolaño.

Lectora voraz y escritora espiritual. Ciudadana radical y madre sensible. Poeta, maga, prestidigitadora de las artes y púgil de la palabra. A sus 63 años, la poeta residente en Nueva York que rechaza por su eterna juventud la etiqueta de «madre del punk» es puro hechizo. En un escenario (cierra la semana dedicada al escritor chileno Roberto Bolaño en Casa de América en Madrid), en rueda de prensa (en la de ayer recitó de pie, habló sentada, eructó), y en este cara a cara con ABC, Patti Smith es una experiencia multisensorial.

—¿Cuandó encontró Patti a Roberto?
—Le encontré a través del título de un libro: «Detectives salvajes». Lo leí y pensé, «alguien me ha robado mi título». Mi conexión con él es como lectora, pero también como escritora, leerle me activa las energías de la escritora que soy.

—¿Creo que está aprendiendo español para leerle?
—Lo intento, pero soy fatal con los idiomas. Pero si Dios me concediera el deseo de aprender un idioma, elegiría el español para leer a Bolaño. «2666» es la primera obra maestra del siglo XXI.

—¿Por qué gusta tanto en EE.UU.?
—Bolaño es como el rock and roll, al lector le da una sensación de revolución, de energía sexual, de pecado floreciente; juventud y tragedia. Te da todo lo que necesitas. Es el escritor perfecto para el nuevo siglo.

—Al recibir el National Book Award dijo que no se imaginaba un mundo sin libros. ¿Tiene miedo de que desaparezcan?
—No creo que haya un riesgo de que desaparezcan, pero cada vez más gente se suma a leer en formatos digitales. Será bueno para el medio ambiente, pero yo no me imagino sin los libros en mis manos. Como artista de estudio, cuando miro cómo desapareció casi el vinilo y cómo el CD ya se queda obsoleto sí me asusta un poco.
—¿Compra en Amazon?
—No, cuando quiero un libro voy a una librería. Aunque cuando no encuentro algo o busco libros descatalogados o rarezas sí que compro en «abebooks.com».
—¿Le molesta la piratería digital?
—No es mi problema. Yo siempre entendí un disco como una obra en sí mismo, quiero que la gente siga disfrutando de la portada, del librillo, de las notas… Es un problema para los artistas con menos recursos, pero a mi no me molesta. Sé que mucha gente se descarga o comparte mis discos, me alegra que escuchen mis canciones, el rock and roll es para ser compartido. Pero me alegra aún más cuando esa gente valora el objeto y se lo compra. Yo voy a hacer todo lo que pueda para deleitarles con mis discos y con mis libros, donde me detengo en cada aspecto de su diseño.

—¿Usa el iPad o el kindle?
- No. Tengo un pequeño Mac Air, pero escribo en cuadernos. Ayer compré un pequeño cuaderno y ya lo tengo lleno de cosas que he escrito, dibujos… Luego lo transcribo en mi portátil.
—¿Transcribe todo?
—Yo creo que el 70 por ciento de mis escritos siguen en un cuaderno, o en una transcripción en alguna caja en algún sitio. Espero que en el futuro podré publicar estas cosas.

—¿Qué música escucha?
—Mucha clásica, y a Glen Gould. Escucho todavía a Jimi Hendrix, a John Coltrane, REM, música que me inspire para escribir. Me gusta la música «ambient… y escucho también a mi hijo (Jackson) y a mi hija (Jesse), son muy buenos. Jackson es un músico de sesión importante, ha tocado con T Bone Burnett, es un gran guitarrista, como su padre...

El marido de Patti Smith, Fred «Sonic» Smith, guitarrista de los MC5 y fallecido en 1994, está presente a cada segundo. «Os cuento cómo se gestó “People have the power” (su himno musical más universal)», dijo la artista entre risas. «Estaba yo en la cocina pelando patatas y entró Fred y me dijo, “¡Tricia! Apunta, el poder es de la gente”... le miré, dejé las patatas, apunté, y surgió la canción».

—Le vemos a menudo en España...
—Vuelvo siempre para ver el «Guernica» de Picasso.
—¿Por qué?
—Vi un picasso por primera vez cuando tenía doce años, y fue alquimia pura. Me ocurre así. Hay ciertos artistas con los que no necesitas una explicación. Escuché a Coltrane y ocurrió. Leí a Bolaño y ocurrió, Rimbaud… En el caso de Picasso, el «Guernica» es el gran símbolo antibelicista de la Humanidad. Cuando estaba en el MoMA en Nueva York iba a verlo a menudo, y ahora me gusta venir a visitarle.
Tomado de Diario ABC

lunes, 22 de noviembre de 2010

Tres vistazos a lo cotidiano...

A continuación tres fotografías de Murvin Andino que contienen tres temas distintos, tres vistazos a lo cotidiano.
® Gato.
® Cruz.

® Señora.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Georges Perec en el laberinto

Georges Perec

Enrique Vila-Matas en este interesante artículo para Diario El País de España nos recuerda la importancia de Georges Perec (1936-1982), el escritor francés de quien Roberto Bolaño dijo: “Georges Perec es, sin duda, el novelista más grande de la segunda mitad del siglo XX"

Todavía no alinean a Perec al lado de Proust y de Céline en el gran canon de la literatura francesa del siglo pasado. Está demasiado vivo. Todavía hoy genera ideas, quizás incluso las genera más que antes, y mueve a los espíritus. Además, él no quería ser importante, huía de toda la parafernalia de lo solemne. Todavía hoy, cualquier línea suya da trabajo feliz a sus lectores. Es como si estuviera diciéndoles todo el rato que abran puertas, bajen escaleras, interroguen a todo aquello que les parezca que ha dejado de sorprenderles para siempre. Perec es un genio. Tiene una página de Tentativas de agotar un lugar parisino que puede perfectamente resumir su mundo: está sentado en un café de la plaza de Saint-Sulpice y se dispone a inventariar todo lo que ve allí (es decir, se prepara para agotar todo aquello que tiene delante, o al lado, en cualquier parte) y nos previene de que no está interesado en las estatuas de los cuatro grandes oradores cristianos de la plaza (Bossuet, Fénelon, Fléchier y Massillon) porque ya han sido suficientemente registradas y fotografiadas; quiere, en cambio, ocuparse de "lo que generalmente no se anota, lo que no se nota, lo que no tiene importancia, lo que pasa cuando no pasa nada, salvo tiempo, gente, autos y nubes".

Experto en esquivar la grandeza, fue un maestro del arte de la atención a lo minúsculo. En ese descenso al territorio de lo pequeño reside paradójicamente su grandeza, que también se apoya en otra paradoja, su afán de que perdure el vacío de la vida: "Escribir es tratar meticulosamente de retener algo, de hacer que algo de todo esto sobreviva: arrancar algunos pedazos precisos al vacío que se forma, dejar en alguna parte, un surco, una huella, una marca, o un par de signos".

Sus padres, judíos polacos que emigraron a Francia, murieron muy jóvenes, su madre en Auschwitz. Esto condiciona posiblemente su visión de la literatura que, aparte de un juego, es también una lucha trágica contra el olvido. Y al lado de esto, como una emoción añadida, ese frenesí encantado, esa pulsión por agotarlo todo. Creo que para comprender el providencial papel que en la historia más reciente de la literatura juega su obra conviene que viajemos hasta el contexto de la crisis de la gran literatura narrativa del siglo pasado. Terminada la época de las grandes novelas exhaustivas y extenuantes (las de Joyce, Proust, Thomas Mann o Robert Musil especialmente), la literatura narrativa se encontró en un callejón sin salida: mientras los ingleses, por ejemplo, mirando como siempre por encima del hombro, se refugiaron en los grandes modelos narrativos, que son extraordinarios, de sus siglos XVIII y XIX, los franceses se inclinaron por las formas experimentales (auge del Nouveau Roman y posteriormente Tel Quel), formas que no llegaron a cuajar, pero terminaron por crear las condiciones para la aparición de un auténtico artista contemporáneo, Perec, Georges Perec, que se alzó contra las pretensiones de los nostálgicos y, girando la espalda a lo supuestamente importante, se ocupó de lo pequeño: "¿Cuántos gestos hacen falta para marcar un número de teléfono? ¿Por qué?".

Ahora, transformado en un catálogo exhaustivo de gestos -que es lo que, a fin de cuentas, podría ser esta sorprendente y brillante muestra perecquiana que acaba de inaugurase en A Coruña-, el autor de Las cosas y de La vida, instrucciones de uso se encuentra ante la hipotética oportunidad tardía y extraña de pasear por parajes gallegos inesperados por los que sin duda cruza todas las noches, sin yelmo ni protección alguna, con un pequeño ciclomotor de manillar cromado, contagiando de euforia inesperada a todo el barrio viejo de la ciudad de A Coruña. Hasta un bar próximo a la Fundación Luis Seoane, donde se presenta la gran exposición dedicada a la dimensión visual de su literatura, se ha sumado a la fiesta y promete servir muy pronto creps de Perec, y también Perec Decrep, un cóctel nuevo. El casco antiguo de A Coruña se ha vuelto único, tan impar como el señor del manillar cromado. Y hasta se ha visto reforzado en su rebeldía por la calma tensa que ha venido a sustituir a la potente tempestad de los pasados días. Como si se esperara un acontecimiento.

Recorrí la exposición en compañía de Hermes Salceda y Alberto Ruiz de Samaniego. A Hermes (que ha colaborado en la zona dedicada a OuLiPo dentro de la muestra y tradujo no hace mucho con Marisol Arbués el perecquiano ¿Qué pequeño ciclomotor de manillar cromado en el fondo del patio?) le parece que hay que ir a la Fundación a centrarse en el ojo de Perec, en las cosas que él miraba y en la forma que tenía de hacerlo: "Uno de los aciertos de la exposición es la continua presencia de textos perecquianos que en algunas piezas permite apreciar el aspecto visual de la forma de escribir de este autor, y en otras el traslado de las técnicas de escritura al lenguaje visual y viceversa: listas, trampantojos, letanías, heterogramas...".

Alberto Ruiz de Samaniego es director de la fundación, comisario de la exposición y autor de una interesante obra ensayística que parece fundada por la Orden de Maurice Blanchot. Ha destacado en la Seoane por la osadía de sus magníficas y originales propuestas, que se rebelan contra una supuesta grisura de la provincia. Pienso ahora en su muestra sobre Michelangelo Antonioni como pintor, en la de Fritz Lang como escultor, y en esa inquietante muestra, Atlantikwall, impresionante recorrido por los búnkers nazis anclados en el norte de Europa.

Pere (t) c -el título de la exposición- juega con el verdadero apellido del escritor, Peretz, y con la expresión latina que significa "lo demás", que en singular podría servir como referencia a la inmersión del escritor en mundos más o menos ajenos a la literatura.

La muestra incluye una selección de fondos de la Association Georges Perec y una serie de obras realizadas por artistas nacionales e internacionales. A lo largo del asombroso itinerario por el laberinto perecquiano, el espectador se encuentra con manuscritos y fragmentos de sus principales obras literarias, a los que se suman algunas de sus famosas listas y enumeraciones, una selección de los bocetos preparatorios que, a modo de story board, dibujaba para planificar libros como La vida, instrucciones de uso. Entre otras sorpresas, el visitante encontrará un cuadro que quizás creyó algún día que no existía: el que está en la portada de El gabinete de un aficionado y que solo se vio en la edición española de Anagrama; es una pintura de Isabelle Vernay-Levêque, que ha cedido el cuadro por primera vez en su historia.

Ya solo La vida, instrucciones de uso contiene mil referencias al arte de la pintura. Hay también películas, míticas para los perecquianos, como El hombre que duerme, y la que realizó sobre Ellis Island y la emigración europea de principios del siglo pasado a Estados Unidos.

Si algo claro tiene el visitante que recorre esta exposición es que acabará agotado antes de agotar la infinita, laberíntica, ilimitada muestra de cómo trabajaba uno de los más grandes artistas del siglo pasado. Y lo que en cambio ignora -aunque ahora va a enterarse- es que si visita la toilette femenina, podría esperarle una sorpresa de órdago, diabólica para ser más preciso, aunque no sigo, porque, además, no sabría explicarla, quizás porque pertenece a la estirpe de "lo que no se nota".

lunes, 15 de noviembre de 2010

Dos poemas de Giuseppe Ungaretti

G. Ungaretti
La muerte meditada

Canto quinto

Has cerrado los ojos,
nace una noche
nena de falsos huecos,
de ruidos muertos
como de corchos
de redes caladas en el agua.

Tus manos se hacen como un soplo
de inviolables lontananzas,
inaferrables como las ideas,

y el equívoco de la luna
y el balancearse, dulcísimos,
si quieres posármelas sobre los ojos,
tocan el alma.

Eres la mujer que pasa
como una hoja
y dejas en los árboles un fuego de otoño.

(Versión de Jesús López Pacheco)



Vagabundo


(Campo di Maily, mayo de 1918).

En ninguna
parte
de tierra
me puedo
acoplar


A cada
nuevo
clima
que encuentro
hallo
languidescente
que
de otrora
ya me había
acostumbrado

Y me separo siempre
extranjero

Naciendo
venido de épocas demasiado
vividas

Gozar un solo
minuto de vida
inicial

Busco un país
inocente

viernes, 12 de noviembre de 2010

"No voy a salir de aquí"

Micah P. Hinson

"Te puedes perder en la vida siguiendo a gente que hace cosas inútiles y que no aportan nada. Es lo que le pasa a mi personaje principal, un paria a la deriva. Pero siempre hay esperanza", así ha resumido Micah P. Hinson, en una rueda de prensa, el mensaje de esa novela que no esconde ciertos tintes autobiográficos.
Con un pasado difícil, marcado por una familia ultra religiosa, las drogas y la indigencia, Hinson ha reconocido ser "parte de cada personaje", especialmente del protagonista, un "joven perdido" llamado Paul que encuentra en la escritura su motivación personal.
"No voy a salir de aquí" bebe explícitamente de autores de la "Generación Beat" estadounidense, como Jack Kerouac, y autores "malditos" como Charles Bukowski, quien introdujo en el mundo de la literatura a Hinson en sus años de estudiante. "Desde al escuela sólo me interesaba la literatura, en lo otro era mal estudiante. Pero la aborrecía porque me hacían leer autores como Byron. Hasta que encontré a Bukowski", ha explicado el cantautor, quien durante la rueda de prensa ha consultado en más de una ocasión una desgastada edición de "En el camino", de Kerouac.
Hinson ha reconocido ser un "consumidor compulsivo" de sus referentes literarios, como la veintena de veces que ha leído "Miedo y asco en las Vegas", de Hunter. S. Thompson, pero ha confesado no haber leído a ningún autor español. El cantautor, que esta noche presenta en el Palau de la Música su nuevo trabajo, "Micah P. Hinson and the Pioneer Saboteurs", ha reconocido dedicarse a la música, antes que a la literatura, por puro pragmatismo.
"En un mundo en el que lo monetario se impone, uno tiene que pagar sus facturas. Vi que con la música era más sencillo sobrevivir", ha contado el cantante. Querido en tierras españolas, como demuestra que "No voy a salir de aquí" se ha editado antes en castellano (Alphadecay) que en inglés, Hinson está trabajando en su segunda novela, "The Great American Novel", una crítica a la falta de una obra de referencia actual para las nuevas generaciones de americanos.
Su malditismo
Hinson ha estado perseguido por su figura de cantante maldito, que arrastra por un pasado tumultuoso, lleno de historias con drogas, "femmes fatales" o indigencia. Una etiqueta que, a sus 29 años y tras romance y boda, parece haber quedado atrás incluso para los medios. "Cada vez me preguntan menos, aunque en su momento fue positivo que se creara esta leyenda mi alrededor. Me ayudó a olvidar mis auténticos momentos personales", ha puntualizado el artista.
Hinson, que en España ha cosechado un enorme éxito desde que publicara en 2004 "Micah P. Hinson and the Gospel of Progress", representa un cantante americano atípico. Hechos como que es un enamorado de su Texas natal, crítico con la gestión de Obama en materias como la reforma sanitaria o seguidor de la Iglesia de Cristo, se entremezclan con una estética moderna marcada por las dilataciones, una voz profunda y desgastada y una lírica personal y cruda, aunque poética. El combinado perfecto para entretener a la derecha y a la izquierda mientras va trazando su propio camino.
Tomado de Diario ABC