lunes, 17 de noviembre de 2008

EL DESEO DE LA PALABRA


(Imagen: Paloma Navares http://www.navares.com/)

Alejandra Pizarnik: textos de locura y suicidio.
Carlos D. Pérez
La obra poética de Alejandra Pizarnik ocupa un lugar de relevancia en nuestro ámbito literario. De indudable singularidad, suele señalarse su oscuridad atrapante. No ha hecho escuela, sin embargo, pues su estilo además de fascinar resulta incapturable en su efecto ominoso, cuya exacervación con la muerte provoca reacciones antinómicas, cautivando en la maravilla de lo inhallado o espantando ante lo extraño. Consecuentemente, ha inducido en críticos destacados la opinión de consistir en la escritura de alguien predestinado, desorganizado por la locura, inmerso en la experiencia mortuoria. Tesis fuertes que no desdeñan cruzar textos impares con recursos biografistas.

EL DESEO DE LA PALABRA
(De El infierno musical)

La noche, de nuevo la noche, la magistral sapiencia de lo oscuro, el cálido roce de la muerte, un instante de éxtasis para mí, heredera de todo jardín prohibido.
Pasos y voces del lado sombrío del jardín. Risas en el interior de las paredes. No vayas a creer que están vivos. No vayas a creer que no están vivos. En cualquier momento la fisura en la pared y el súbito desbandarse de las niñas que fui.
Caen niñas de papel de variados colores. ¿Hablan los colores? ¿Hablan las imágenes de papel? Solamente hablan las doradas y de ésas no hay ninguna por aquí.
Voy entre muros que se acercan, que se juntan. Toda la noche hasta la aurora salmodiaba: Si no vino es porque no vino. Pregunto. ¿A quién? Dice que pregunta, quiere saber a quién pregunta. Tú ya no hablas con nadie. Extranjera a muerte está muriéndose. Otro es el lenguaje de los
agonizantes.
He malgastado el don de transfigurar a los prohibidos (los siento respirar adentro de las paredes). Imposible narrar mi día, mi vía. Pero contempla absolutamente sola la desnudez de estos muros. Ninguna flor crece ni crecerá del milagro. A pan y agua toda la vida.
En la cima de la alegría he declarado acerca de una música jamás oída. ¿Y qué? Ojalá pudiera vivir solamente en éxtasis, haciendo el cuerpo del poema con mi cuerpo, rescatando cada frase con mis días y con mis semanas, infundiéndole al poema mi soplo a medida que cada letra de cada palabra haya sido sacrificada en las ceremonias del vivir.

L´OBSCURITÉ DES EAUX

Escucho resonar el agua que cae en mi sueño. Las palabras caen como el agua.
Yo caigo. Dibujo en mis ojos la forma de mis ojos, nado en mis aguas, me digo mis silencios. Toda la noche espero que mi lenguaje logre configurarme. Y pienso en el viento que viene a mí, permanece en mí. Toda la noche he caminado bajo la lluvia desconocida. A mí me han dado un silencio pleno de formas y visiones (dices). Y corres desolada como el único pájaro en el viento.


MADRUGADA
(De Los trabajos y las noches)

Desnudo soñando una noche solar.
He yacido días animales.
El viento y la lluvia me borraron
como a un fuego, como a un poema
escrito en un muro.

FORMAS

no sé si pájaro o jaula
mano asesina
o joven muerta entre cirios
o amazona jadeando en la gran garganta oscura
o silenciosa
pero tal vez oral como una fuente
tal vez juglar
o princesa en la torre más alta.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Jazz


Por: Murvin Andino

Escribo imaginando en Miller follándose una chiquilla y meándose dentro del culo de ella, mientras la muy ramera se retuerce de placer por el fuego interior y se da cuenta que ese ha sido un polvo maravilloso.
Escribo mientras tomo la tercera copa de vino y fumo otro Belmont suave, mientras la impostergable señora Andino espera en la cama a que yo me decida a caer en sus brazos o seguirnos perdiendo en el alcohol, pero el jazz sigue teniendo ese poder sobre mí y suple cualquiera de mis necesidades carnales. Pithecanthropus Erectus de Charles Mingus desencadena una serie de vibraciones que sólo me produce la magia de la música, la verdadera música que estremece al hombre en su esencia divina. Sí, hace poco leí Opus pistoruim de Henry Miller y aún siento sus efectos en mi mente, en mi falo y en cada una de mis ideas sucesivas desde hace aproximadamente tres semanas. Miller sigue siendo un verdadero depravado, no es erótico, es sucio. Quizá Bukowsky logre algo de eso mientras fantaseaba a alguna muchachita de menos de diez años en "Fuck Machine" pero no es lo que busco. Miller es sexo crudo y sucio, que hasta casi percibo el olor a "coño"... qué vida.
Sigo pensando en todo lo que dejé de hacer desde el día que elegí esta vida, sigo pensando en el inevitable final y en la condena de no saber a dónde llegaré... Quizá otra copa de vino me ayude a pensar en lo menos imposible, un poema de Rimbaud o una canción de Morrison o Parker, sí, ojalá alguno de esos dioses me ilumine una noche de estas, y me muestre el verdadero camino, mientras sigo con el jazz y su efecto demoledor en mi memoria.