miércoles, 23 de septiembre de 2015

EL URBANISMO DE LAS VICTIMAS



Por: JULIO CESAR PINEDA.

De la nueva generación literaria en Honduras, Murvin Andino Jiménez, narrador con premios en cuento; poeta con varios premios nacionales e internacionales, se ubica, entre pocos, colmado en la cima. Lo manifiestan sus obras “CORRAL DE LOCOS” (2009) y “EXTRANJERO” (2011) y ahora con la presentación de su nueva edición del poemario “LA ISLA DIVIDIDA” (2015). Los poemas en su mayoría son versos de corta extensión.
La vida nació del agua donde el hombre hace el ambiente de sobrevivencia en luchas de éxitos, pero fracasos más, avanza dividido entre el poder o la sumisión. El hombre es agua, el agua espíritu pensante en acción, según “LA ISLA DIVIDIDA” de M. Andino Jiménez. El autor recurre en toda la obra a los cuatro elementos de los filósofos, como lo expresara el presocrático Empédocles de la antigua Grecia, al postular la teoría de los cuatro elementos, aire, agua, tierra y fuego, raíces de todas las cosas;  Aristóteles más tarde llamó “Elementos”; Tales De Mileto definió al agua principio de las cosas, el mundo está animado y lleno de espíritus; Heráclito sus símbolos preferidos Fuego y río; según Anaxímenes el aire principio de todas las cosas. Nuestra alma es aire, nos sostiene, así también el soplo junto al aire rodean el mundo entero, finalmente; Jenofones la tierra, raíces a dar fuerza, generación y corrupción.
El agua es el elemento  abundante, manifestado en la obra, en sus distantes ambientes territoriales, escenario donde se han dirimido grandes conflictos humanos, en especial en el mar.
La fuerza literaria central de “LA ISLA DIVIDIDA” descansa desde la metáfora de su título, la paranoia de la que padece el hombre, la tragedia del inconformismo, engendrados en los escombros de la civilización. Una sociedad derruida por un poder absoluto, rapaz, insaciable, donde el mar es la vía, el ambiente capaz de contener, abarcar todo conflicto. La fe en cada una de sus partes es una mentira. Donde las víctimas son invitadas principales a la gran gala de la violación de sus derechos, no hay convalecientes solo destrucción, un panorama sobresaliente de occisos. Las drogas divierten, estimulan la degradación humana. La ciudad les espera con las sutiles herramientas de la trampa, del aldeano maravillado, viene a degenerarse con nosotros. Cantinas, burdeles, ambientes inevitables, una necesidad de nuestro desorden. No hay amistad, ni amor. La torpeza de nuestra conducta es un hábito contaminante en un aire de enfermiza nostalgia.
Los versos de “LA ISLA DIVIDIDA” denotan un orden muy razonado, un magnifico enjambre de imágenes cuidadas por un fino surrealismo, decantado en las márgenes del fuego   de  fluida composición. El tema se regula en la compostura de la corriente métrica del ritmo, guiado por la extensión de la idea, dentro de los hechos lamentables del mundo actual postrado de violencia.
“LA ISLA DIVIDIDA” manifiesta la buena labor creativa de la poesía en nuestro momento. Los poetas han abandonado la época de la poesía en el ocio, ahora debe ser la poesía como un compromiso ético, previo al estudio sistemático, sentido, responsable, hondo, claro de una obra como hoy nos presenta el poeta Murvin Andino Jiménez.
SAN PEDRO SULA, JUNIO DE 2015
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