sábado, 28 de agosto de 2010

Lectura de poesía en La casa del Jaguar

Tania Alvarado nos compartió su poesía.



Otoniel Natarén durante su lectura en La Casa del Jaguar.

Noche de viernes en La Ceiba, mientras el mar rugía a la distancia y escupía su incesante espuma, justo a la orilla de esa playa milenaria, bajo el techo de manacas de La Casa del Jaguar, nos dispusimos a leer nuestros poemas. Primero la presentación por parte de Tania Alvarado, quien hizo posible el evento, luego lectura de poesía por parte de Murvin Andino (yo), de quien no tengo foto porque a nadie se le ocurrió tomar al menos una mientras leía algunos poemas del libro "Corral de locos" y otros trabajos inéditos dedicados al mar. La lectura se cerró con la participación de Otoniel Natarén y luego Tania Alvarado nos dio una muestra de su obra.

Al final, la noche siguió su rumbo, el mar continuó en su incesante lucha y nosotros nos enfrentamos a la terca elección de los náufragos, todo lo que la noche permitiese.

Gracias a los amigos de La Ceiba por su hospitalidad, a mimalapalabra y Marsepia editores, al Sr. Jaguar (Roger Antonio), a Sonia Ribeiro por su fugaz visita y su invitación a Dubai, a Jimmy por sus rabietas, a la pareja de inglesitos que cantó y a los demás huéspedes de esa noche.

Murvin Andino

viernes, 20 de agosto de 2010

La estética de la cultura basura

Agustín Fernández Mallo


Poeta, ensayista, físico y escritor de la trilogía de novelas Nocilla Dream, Nocilla Lab y Nocilla Experience, el escritor Agustín Fernández Mallo es una de las figuras más visibles de una generación de narradores que en los últimos años logró una importante visibilidad mediática en España: "los Nocilla". Nocilla es, en rigor, el nombre con que se conoce en España a esa adictiva pasta de chocolate y avellanas que en otros lugares se vende bajo el nombre de Nutella. Mallo asume el apodo con fatalidad, aunque también aclara que a él, a Eloy Fernández Porta, a Jorge Carrión –y su libro Los muertos–, a Francisco Ferré, a Germán Sierra y a Manuel Vilas –de quien acaba de publicarse España–, por nombrar algunos de los que entran bajo este paraguas, también los llaman generación Mutante o Afterpop. ¿Cómo resumir este movimiento generacional cuando los diversos escritores siempre pretenden desmarcarse y resaltar su supuesta singularidad? ¿Huele, como la palabra Nocilla, a espíritu adolescente? No tanto. Al menos Fernández Porta y Fernández Mallo son narradores con un interesante grado de madurez, cuyo proyecto debe leerse en primera instancia al interior de un campo literario como el español. Esto significa: un campo literario aún más conservador que el argentino, y, con anterioridad a la crisis, despolitizado por largos años de abundancia.

Entonces pregunto si los autores del Afterpop –evitemos decir Nocilla– han producido una modernización en las letras españolas. Mallo responde: "No sé si modernizar es la palabra, pero sí asumir que hubo un cambio. Lo nuestro pasa por una literatura más propia del siglo XXI, más transversal, que me gusta definir sobre la base de que vivimos en un mundo en red, horizontal, con pocas jerarquías, y en las novelas está eso. Es importante escribir de la misma manera que vives y piensas. Cuando un tipo llega a su casa y mira televisión basura, eso está bien, y que lo diga un escritor hace 20 años era impensable".

Fernández Mallo reivindica a la poesía como el género literario más rico, y señala que no es un narrador meticuloso sino que va produciendo de acuerdo con sus sensaciones. Sus dos últimas novelas van desde un montaje de historias breves y algo simétricas, localizadas en diferentes lugares del mundo (Nocilla Experience) hacia una suerte de novela duplicada que ocurre en un hotel que también es una cárcel y un cementerio (Nocilla Lab). "Cuando acabé Nocilla Experience, me cansé de escribir eso y traté de pasar a otra cosa. A posteriori pasa, se puede ver que Dream es más abstracto, en Experience las historias cierran más, y Nocilla Lab se acerca más a poemarios míos como carne de píxel, y es mucho más íntimo. Como me interesa el juego con la imagen, al final de Lab se me impuso el cómic, es como una mezcla de Kafka y de Stephen King. El cómic entra porque de alguna manera se me imponía imagen."

Radicante

Otra coordenada para leer la trilogía Nocilla, y que atraviesa también a Fernández Porta (Homo Sampler, Eros), es la tensión establecida entre la narrativa y el discurso de la teoría y las artes visuales. Más que productores de teoría cultural, ambos escritores parecen asumir la condición de ejemplificadores sobre la base de recursos narrativos e interpretaciones de gran creatividad. ¿Cuál es la relación de Fernández Mallo con la teoría de las artes del curador francés Nicolás Bourriaud? Responde: "En mi libro PostPoesía hay una adenda al final, dedicada a Nicolás Bourriaud, a su libro Radicante. Terminé el libro, quedé finalista en el premio de ensayo Anagrama, y encontré una exposición en la Tate Gallery de Londres comisariada por Bourriaud que se llamaba "Alter-modernismo". Y me compré el librito, que estaba en inglés, y noté que eso tenía una afinidad muy fuerte con Postpoesía, y realicé la adenda. Me interesan las tesis de Bourriaud sobre el nomadismo estético, la construcción de raíces culturales a través de la navegación por el mundo. A un joven escritor le diría, pues bien, lee Radicante y luego hablamos.

-¿Cómo vincula eso a sus procedimientos?

-Hay un prejuicio de que la literatura debe ser algo puro, la idea del escritor romántico inspirado por las musas, sin contaminación con la teoría en forma directa. La diferencia está en que antes se creaba desde el conocimiento, y ahora desde la información. Se terminó el paradigma de la erudición, ahora creamos a partir de los flujos de información que capturamos, esto va a un laboratorio personal y ficcional, y esto vuelve al mundo absolutamente transformado. Bebo más de las artes plásticas para escribir, las artes visuales contemporáneas, el arte visual de los años setenta, que de la literatura.

-En "Nocilla Experience", un personaje se prende fuego mientras observa cómo se quema un cartel publicitario con su imagen. ¿La literatura puede entrar en tensión con la sintaxis que organiza los consumos?

-No creo que la literatura esté necesariamente para hablar del mundo. La diversidad es un signo de buena salud, como cuando vas a un bar, y aunque tomes sólo una marca de cerveza te alegra que haya muchas marcas, aunque no la vayas a beber en tu vida. Si hay algo que no me gusta del mundo literario son las discusiones estéticas o de política literaria.

-¿No marca cierta contradicción con sus planteos en contra de la autonomía literaria?

-No creo que un producto artístico tenga que hablar de una realidad social sino que trabaja con lo implícito. La obra tiene un cosmos autónomo, sino es sociología. No me interesa cuando las artes hacen las cosas para mostrar el estado de cosas de una manera explícita. Eso son muletas, y si tú le quitas a la obra esas muletas, debería seguir funcionando.

-Se dijo muchas veces que los procedimientos que ustedes utilizan ya fueron inventados por las vanguardias históricas...

-Esos comentarios son un tontería, muy naif, pasan por el aparato crítico limitado que tienen quienes los dicen. A mí me parece increíble, no han leído nada de crítica cultural posmoderna, no tienen idea, se han quedado en las vanguardias... Si todo lo han hecho ya las vanguardias entonces te digo bueno, a eso ya lo hizo Homero, o eso ya estaba en el Quijote. Si eres un tontiloco y no has leído más, eso ya ni lo contesto...

Del turismo a Borges

Los viajes, la cultura estadounidense y la figura de Borges son otros elementos que juegan con fuerza en las obras de Fernández Mallo. Borges, como maestro e incluso como material: el español reescribió El Hacedor, y declara que "Borges lanza toda la literatura del siglo XXI. Trabaja la idea del artificio y de lo multidisciplinar, en forma muy sintética, como la ciencia y como la poesía que me gusta." EE.UU., por su parte, es una fuente de mitos y cuna de los simulacros. Al respecto, el español Vicente Luis Mora señaló que Nocilla Dream se apropia de la cultura estadounidense como un repertorio mítico que termina siendo trabajado de un modo idealista. ¿Qué opina de esa crítica? "Que es verdad, pero la considero un halago. Admiro mucho a Estados Unidos, me interesa la ausencia de prejuicios estéticos de la cultura norteamericana. En Europa, hay tal mochila de tradición que no puedes dar un paso sin sentirte culpable.

La gran literatura de la segunda parte del siglo XX es la norteamericana, porque experimentan sin prejuicio. Es verdad que es una mitificación, pero estuve muchas veces allí y me he dado cuenta de que es verdad, es hiperrealismo, tú vas allí y América es así. Las Vegas es uno de los mejores lugares que he visitado". También dice: "Me siento bastante ajeno a la cultura española como elemento narrativo. Me atraen dos cosas: las vastas extensiones llanas de Castilla, porque me recuerdan a La Pampa, a los desiertos americanos, a la estepa rusa. Y también la costa mediterránea y el turismo, me encanta la parte turística que a la gente no le gusta". Justamente, el turismo estuvo presente en el origen de la trilogía Nocilla.

El mito de origen se remonta a un accidente callejero que Fernández Mallo sufrió en Tailandia, donde fue embestido por una moto y debió quedarse varias semanas en reposo en el hotel. Según Mallo, no le quedó otro remedio que encerrarse y escribir. Y así revindica la figura del turista: "El turista es muy libre, no es sólo un robot, a la vez es muy libre porque parece que no tiene ninguna raíz cultural, entonces va sin prejuicios de un lado a otro. Me siento un turista a donde voy, y no me importa. Pero a su vez siempre me encierro en hoteles para recrear las condiciones de casa".

Un viaje afterpop

Viernes a la noche: Buenos Aires se deshiela. Tras largas sesiones en Twitter, logré convencer a mi amiga la antropóloga chavista de que me acompañe a ver la performance de spoken word presentada por Fernández y Fernández (Mallo y Porta) en la sede Florida del Centro Cultural de España en Buenos Aires. Un espectáculo que, según la web, combina música, proyección de imágenes y lectura de textos.

Caminamos, le convido un cigarrillo. Uso guantes de lana que parecen de papel. En el CCBA, la antropóloga chavista señala que el lugar parece una peluquería de Palermo. Tiene razón. Su humor cambia cuando bajamos a través de una escalera caracol metálica y nos convidan cerveza helada. Hay un mozo, mi amiga no intuye demasiado rocanrol en el lugar. La sociabilidad literaria discurre en su gelatinosa consistencia hasta que Fernández y Fernández toman posesión de su lugar, sendas computadoras Apple y una pantalla gigante. Agustín Fernández Mallo arranca con su lectura de las "Instrucciones para dar cuerda a un ipod", una reescritura lúdica del famoso texto de Cortázar. Eloy lo sigue recitando partes de sus libros. Parecen dos nerds en el acto de fin de curso de una escuela secundaria privada. No ayuda el hecho de que Eloy se cambie de sombrero, gesto que se puede ver en la web. La mirada de la antropóloga chavista anticipa comentarios sobradores.

Sin embargo, caemos en la cuenta de que las imágenes son buenas, la música acompaña y los españoles recitan sus textos casi de memoria, con algo de gracia. Mentalmente, comparo el evento con todas las lecturas de poesía o narrativa a las que asistí en mi corta vida (son muchas). Mentalmente, dictamino que el show dura lo que tiene que durar. Al final de la noche, nos preguntan sobre la performance. La antropóloga chavista reconoce: "No estuvo mal, pero tendría que haber sido en un sótano, y el público tendría que haber estado bailando o haciendo pogo en vez de sentado en una galería de arte".
Tomado de: Clarín.
Por: Hernán Vanoli