jueves, 12 de julio de 2012

Poemas de Kenneth Koch (Cincinnati, Ohio 1925-2002)

Para ti



Te quiero como un sheriff busca la nuez

que resolverá un caso de asesinato que lleva años sin resolverse

porque el asesino la dejó en la nieve junto a una ventana

por la cual vio su cabeza, conectada por

un cuello a sus hombros, cubriendo su corazón

con un tejado rojo. Por esto vivimos mil años;

por esto amamos, y vivimos porque amamos, no estamos

dentro de una botella, ¡gracias a dios! Te quiero como un

niño busca una cabra; estoy más loco que los faldones de una camisa

al viento, cuando estás cerca, un viento que sopla desde

el gran mar azul, tan brillante, tan profundo y tan distinto de nosotros;

me parece que siempre estoy cruzando en bicicleta un África de campos

verdes y blancos para estar cerca de ti, incluso en mi corazón

cuando estoy despierto, que va a nado, y creo también que eres

tan digna de confianza como la acera que me lleva hasta

el lugar donde vuelvo a pensar en ti, ¡nueva

armonía de pensamientos! Te quiero como la luz del sol gobierna la proa

de un barco que navega

de Hartford a Miami, y te quiero

más y mejor al amanecer, cuando incluso antes de despertarme el sol

me recibe en las preguntas que tú siempre planteas.




Permanente


Un día los Nombres estaban apiñados en la calle.

Un Adjetivo pasó a su lado con su oscura belleza.

Los Nombres quedaron impresionados, conmovidos, transfigurados.

Al día siguiente un Verbo llegó en coche y creó la Frase.


Cada Frase dice una cosa, por ejemplo: “Aunque era un oscuro y lluvioso día cuando el Adjetivo pasó a mi lado, recordaré la dulce y pura expresión de su rostro hasta el día mismo en que perezca y deje esta verde tierra eficiente”.

O: “Andrés, ¿harías el favor de cerrar la ventana?”.

O, por ejemplo: “Gracias, el tiesto rosa del alféizar ha cambiado de color hace poco y ahora es amarillo pálido debido al calor de la fábrica de calderas que está cerca de aquí”.

En primavera las Frases y los Nombres estaban tendidos en silencio sobre la hierba.

Una Conjunción iba de un lado a otro gritando a solas “¡Y! ¡Pero!”,

pero el Adjetivo no aparecía.


Como el adjetivo se pierde en la frase

así me pierdo yo en tus ojos, oídos, nariz y garganta...

me has hechizado con un solo beso

que solo podrá deshacerse

con la destrucción del lenguaje.



Tú llevabas puesta



Tú llevabas puesta tu blusa de algodón estampada de Edgar Allan Poe.

En cada recuadro de la blusa había un retrato de Edgar Allan Poe.

Tenías el pelo rubio y eras muy linda. Me preguntaste: “¿Es que la mayoría de los chicos piensa que las chicas son malas?”.

Sentí el olor a moho de hotel de playa de tu pelo, recogido con una horquilla estilo John Greenleaf Whittier.

“No –dije–, son las chicas las que piensan que los chicos son malos”. Entonces leímos Snow-Bound juntos

y corrimos por el ático hasta raspar un poco del esmalte azul de mis zapatos George Washington, Padre de Su Patria.

Madre daba vueltas por el salón, arreglándose el pelo con su peine Valses de Strauss.

Esperamos un rato y luego nos reunimos con ella, pero solo para que nos sirvieran té en tazas decoradas con retratos de Herman Melville

y también con ilustraciones de su libro Moby Dick y de su novela corta Benito Cereno.

Padre entró con su corbata estilo Dick Tracy: “¿Os apetece una copa?”.

Yo dije: “Vayamos fuera un rato”. Salimos al porche y nos sentamos en el columpio con forma de Abraham Lincoln.

Tú te sentaste en la parte de los ojos, la boca y la barba, y yo me senté en las rodillas.

En el jardín del otro lado de la calle vimos un muñeco de nieve con una tapa de cubo de basura que habían abollado hasta parecerse al loco rey inglés Jorge III.


Variaciones sobre un tema de William Carlos Williams

1

Talé la casa en la que habías planeado vivir el verano que viene.

Lo siento, pero era por la mañana, no tenía nada que hacer

y sus vigas de madera eran tan tentadoras.



2

Los dos nos reímos al ver las malvarrosas

y entonces las rocié con lejía.

Discúlpame. Ya ni sé lo que hago.

3

Regalé el dinero con el que pensabas vivir los próximos diez años.

El tipo que me lo pidió iba vestido de cualquier manera

y el sólido viento de marzo en el porche era tan jugoso y frío.

4

Ayer por la noche salimos a bailar y te rompí la pierna.

Perdóname. Estuve muy torpe, y

te quería aquí en la clínica, ¡donde soy el médico!


Poemas de Kenneth Koch, traducción al español de Jordi Doce. Tomado de revista El Malpensante