No hay reglas para los cuatro hermanos de Niños Hippies. No hay límites, no hay horarios, no hay nadie que grite, cuando ya está oscureciendo, "hora de entrar". Lu, Maeve, Clyde, Tuck —dos niñas y dos niños— "son libres de correr hacia donde quieran cuando quieran, así que lo hacen". Se pasan la vida arriba de los manzanos, bailan bajo la lluvia, se cubren el cuerpo con barro y se secan al sol. Ven a sus padres y a los amigos de sus padres bañarse desnudos en el arroyo.
Maxine Swann tuvo una infancia similar a la de los hermanos de Niños Hippies (Emecé, 2009), en una granja de Pennsylvania, donde nació en 1969. "Una crianza sin límites te permite muchas aventuras, pero, por otro lado, te provoca miedo y mucho sentido de la responsabilidad. Tenés que formular tus propios límites", dice, vía e-mail, desde Nueva York, donde se encuentra dictando clases de Escritura Creativa en la Universidad de Columbia.
La novela está estructurada en ocho relatos, que varían de la tercera a la primera persona (en la voz de Maeve, la segunda hija de la familia y alter ego de Swann) y que tienen ritmos y tonos diferentes. Cuentan, como si alguien estuviera marcando la estatura de los niños en una pared, distintos momentos de la particular crianza de los cuatro hermanos: una visita a la casa en ruinas de los excéntricos abuelos paternos, un viaje en auto con el padre (una figura por momentos adorable y por otras odiosa, pero siempre presente) y su nueva novia, la entrada en la adolescencia y los primeros pudores. En cada nuevo relato, los hermanos han crecido uno o dos años.
El salto temporal de los capítulos tiene su correspondencia en el tiempo que le demandó a Swann concluir el libro. El primer relato fue escrito en 1997 y ganó el premio O.Henry, el Pushcart, el Ploughsares ´Cohen y un lugar en The Best American Short Stories. Luego, la escritora postergó el proyecto. "Escribí parte del libro cuando tenía 22 o 23 años, pero me di cuenta que no lo podía hacer de una manera satisfactoria. Por eso escribí otro libro y después volvía a él. Niños Hippies es entonces una suerte de colaboración entre dos personas, una en sus tempranos 20 y otra doce años mayor", dice y nombra cuáles fueron las lecturas que le resultaron fundamentales para escribir su novela. "Las historias de Katherine Mansfield sobre su niñez. También las de Ingeborg Bachmann, la escritora austríaca. Es difícil, y hasta puede ser embarazoso, hablar de la influencia de Proust. Pero como estaba escribiendo una tesis de post-grado sobre su estilo mientras redactaba esta novela, su escritura estaba permeando mi cerebro", revela.
Tomado de: Clarin.com
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