viernes, 12 de agosto de 2016

Poesía hondureña: Fabricio Estrada






Fabricio Estrada


Honduras, Sabanagrande, 1974
Sextos de Lluvia, 1998, Poemas contra el miedo, 2001, Solares, 2004, Poemas de Onda Corta, 2009, Blancas Piranhas, 2011, Sur del mediodía, 2013-15, Houdini vuelve a casa, 2015
Sus poemas aparecen en antologías iberoamericanas y ha participado por Honduras en diversos festivales internacionales. Ensayista, Fotógrafo, Gestor Cultural.




Te he dado las llaves del reino

Beebe, Arkansas. Cerca de la medianoche del jueves, durante el fin de año, miles de mirlos muertos cayeron sobre esta localidad de 4 mil 500 habitantes, a 50 kilómetros al noreste de Little Rock.

El 30 de diciembre
cien mil peces aparecieron flotando
muertos
sobre un río de Arkansas.
La gente iba a las orillas
a recordar la última vez que vieron algo parecido,
rodearon a los ancianos y no concluyeron en nada.
El 31 de diciembre
cinco mil mirlos alas rojas
cubrieron las planicies de Arkansas,
cayeron en parvadas
como lluvia invocada por los antiguos.
La gente salía hacia los campos,
miraba el cielo
y consultaba a los indios de las reservas.

Los Ketoowaahs callaron
y no concluyeron en nada.

Muy lejos de ahí,
-en el centro de una Managua voraz-
el poeta desataba el último nudo.
Se liberaba.
Se revelaba clave
de todos los sucesos extraordinarios
acaecidos durante esos días.


(de Houdini vuelve a casa, Edit. Pez Dulce, 2015)



13

En cada plaza vacía
he sido siempre
el último turista en pie
absorto
ante tu estatua.


(de Houdini vuelve a casa, Edit. Pez Dulce, 2015)



17

Un temblor.
Es la hora que se hunde
suelta ya del tiempo,
desnuda
ya sin márgenes.
Hemos visto mundo
y el mundo
a través de nosotros
-voyerista cerradura-
ha puesto su globo intrigado
sobre la fuga de todo lo que fue.
Buques hundidos
se deslizan en lo insondable,
un temblor
crea la órbita
donde el dios se hace Dios
o ausencia
o quizá toda la arena
echada en puñados al viento.

(de Houdini vuelve a casa, Edit. Pez Dulce, 2015)




De cuándo toco a la puerta y me espero

a Rigoberto Paredes.
In memorian

Al lugar que fui con esta puerta a mi espalda
dando tumbos y midiéndome solo
en los cuartos más distantes
donde nadie tocaría a mis hombros
o miraría curioso el cerrojo del corazón.
Al lugar donde abrí a las calles mi encierro de espejos y huellas
mapas de otros que intenté borrar
como del vaho perfecto un nombre o trazo de alas,
no importa,
pero fueron tantas puertas a las que fui en silencio,
tantas llaves lanzadas al azar
a la fuente de las memorias,
las puertas, sí, las puertas a las que fui como a una tumba asignada
con un ramo de llaves y una señal de auxilio o espanto
con un resplandor parecido
al que lanza un cazador aterrado
de frente al minotauro.

De las tantas puertas que fui
y de las muchas otras que vine
-las arrancadas, o las que hurtaron del naufragio-
ahora sólo me quedan goznes, quicios,
herrumbrosas aldabas con las que insisto todos los días
sin recibir un tan solo eco
absolutamente nada.


(de Houdini vuelve a casa, Edit. Pez Dulce, 2015)


De los grandes territorios que completan
el círculo del vacío
y de los cuales muchos pueblos discuten
su nombre y fe
se prolonga uno en particular
hacia lo más profundo de sí mismo,
como una montaña que se derrumba
y vuelve a regurgitar sus peñascos.

El primero de los pueblos,
del cual existen apenas dispersas reseñas
hubo de extinguirse
como el mural que recibe humo diario en los santuarios
o como una mujer que,
ante el abismo del amor
danza con los ojos vendados.
Después llegaron los bosques y por siglos
delimitaron, contuvieron,
dieron lengua simple
y costumbres úmbricas a los cazadores.

Existen todavía
al pie de los osarios principales
aldeas que veneran un silencio prístino
que no se encuentra en ningún otro lugar.
Su comercio es tratado como prodigio,
como lástima,
como un favor o voto de tristeza.

Esta es la geografía de lo extraño,
de lo que pocos cuentan en sus cartas de viaje
y a lo que yo doy mucho crédito
ante los mapas vacíos.


(de Sur del mediodía, Edit. Casa de Poesía, Costa Rica, 2015)

Hice tratos
con los que coleccionan fotos
de familiares presos.
Yo mismo ayudé a ordenar sus recortes.

Soy de hierro.
El sur, mi enorme imán.

Algo se agrupa en mi corazón de lata,
alcancía de balas.
Llevo, también,
la estampa de un familiar preso y golpeado,
la primera de una torva colección de vanidades.

Soy de hierro,
tengo a mi ojo dando vueltas en la ruleta.
Ayer me perdí en las ventas de ropa usada,
perdí mi suerte más no el disfraz.
Era un necesitado,
pedía rebajas mientras rechinaba
la mandíbula oxidada.
Varios niños vinieron a mí con su abrazo
pero yo era de lata,
cortaba.

Mañana recontarán las urnas
donde fui elegido payaso.
Nadie admite la ley suprema
que hace de un místico un payaso.

La gente hizo filas interminables.

Fui elegido
espantapájaros de hojalata.




(de Sur del mediodía, Edit. Casa de Poesía, Costa Rica, 2015)

Cuando solo te creía el viento eras el pájaro de la tarde,

el tordo que volaba entre las piedras
y que sabía hacer su nido en la mano del hondero.

Luego fuiste la confianza del agua y viajaste
hasta el palacio de arena deslumbrante,
hasta la cama donde ardía una fragua desnuda,
hasta el mismo corazón de los calcinados.

Pez de cuaresmas olvidadas,
rezabas y tus dedos quemaban tu frente,
tuviste la confianza del agua y la dejaste escapar
cuerpo de agua
pulmones de agua
miradas que corrían por todas las aguas...

Pero hubo remolinos de polvo
y la tierra también tuvo su presencia. Hablaste con ella
mientras los mozos paleaban la tierra traída por los muertos
los terrones que llenaban la boca de niñas bellas
los adobes angulares del verano.
Escarbaban los mozos sin propósito
y en su danza circular abrían pozos malacates,
se hundían
en la danza del vacío.
Bajaste a respirar con ellos el aire enrarecido
solo para encontrarte dormido en la humedad de la arcilla,
en el blando camino de los gusanos
donde las raíces pactan en silencio una nueva conjura contra el sol,
profunda e irremediable.

Cuando solo te creía el viento
a nadie más contaste tus secretos.

(de Sur del mediodía, Edit. Casa de Poesía, Costa Rica, 2015)

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