sábado, 31 de enero de 2009

Impostergables recuerdos de una noche saturniana

Viernes por la noche, yo recién salido de otra agotadora jornada en el diario y mi amigo Gustavo resentido aún por la pérdida, otra de las esperadas, de nuestra gloriosa Selección Nacional de Fútbol, además acompañados de la impostergable señora Andino, nos encontrábamos allí para celebrar, de manera tardía, el cumpleaños de Gus.
Esta vez el lugar estaba vacío, apenas un pequeño grupo nos reunimos para presenciar el concierto de un original grupo guatemalteco con mimo incluído, que tocaba esa noche.
Volvimos al mismo lugar, aquel en el cual durante mucho tiempo nos sentimos pertenecer, ese mítico e inmortal bar que nos permitió muchas veces copartir muchos de los grandes momentos de nuestras vidas y que aparecerá seguramente en algunos de los textos de cualquiera de nosotros.
Ese lugar siete cuadras arriba de la línea de la miseria y también del ferrocarril, un poco más decrépito y descuidado conserva ahora tanto de nosotros que parece haber surgido para ser habitado por nosotros, los perfectos seguidores de Baco que llegamos al infinito desde allí y más allá.

(Fotografías de Rose Mary de Andino, Murvin Andino o Gustavo Campos)
Pocos lugares logran hacer cumplir ese efecto inmortalizador en la memoria por haber vivido muchos momentos gratos y en este regreso, otro de los tantos desde el cambio de mando de mi amigo Ricardo, al inolvidable Klein Bohemia y aquí a manera de homenaje a ese parnasiano lugar, presento unas gráficas de una noche de enero para recordar ese mítico lugar de la segunda planta de una vieja casa en el Barrio Lempira de San Pedro Sula hasta donde muchas veces llegamos y de donde quizá, pensándolo bien, no hemos salido nunca.



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