sábado, 20 de julio de 2013

Es de noche en mis manos y en mi sueño... Otoniel Guevara


Otoniel Guevara. El Salvador, 1967. Poeta, periodista y gestor cultural. Su obra poética ha sido publicada en más de 20 títulos individuales, obtenido alrededor de 20 premios, traducida a ocho idiomas y difundida en diversas publicaciones de América y Europa. Es coordinador del Encuentro Internacional de Poetas “El turno del ofendido”, en El Salvador.


Ventanas y ventanitas

Por la cerrada ventana se deslizan los pájaros.
Cada uno trae su porción de luz acongojada, su piltrafa de cielo, su irremediable belleza de tejado.
De pronto me rodean de luces naranjas, verdes y violentas;
y luces casi gris de amar en vano; y luces sin retorno, enamorada;
y luces muy exhausta: luces cansada
de que tus ojos brillen para nadie y luces cansadas de brillar para ni una mirada.
Y no escucho más que la voz de un niño que me pide jugar.
Quiere jugar de tener muchos hermanos. No quiere
ni papás ni mamás, “es como abrir una ventana y sentirse
vigilado”, me dice.

Abro la ventana y una algarabía de niños sale de mi corazón

como cuando sale el sol después de una noche triste tristetriste.


Te conozco

Desde lejos, desde siempre
Silvio Rodríguez

Es de noche en mis manos y en mi sueño,
es delirio inmortal tanta ternura.

Voy cansado de andar sin esperanza,
pero sólo me agota estarme quieto.

Una mujer se cruza en mi camino
anunciando que viene del pasado.

Yo la observo y no entiendo la tardanza
y la amo lo mismo que hace un siglo.

Y se quedan si valor el tiempo, el oro,
el niño desmembrado que sufrimos.

Aquí estoy: es de noche, vivo y sueño,
me amenaza el amor: acepto el vino.


Fortuna

Qué suerte que tu falda sólo tapa tu sexo
y no tu boca
pues así puedo adivinar las historias
que un beso desdibuja

Qué suerte
porque tapa tus nalgas
pero deja al descubierto tu mirada

Qué suerte
porque sus cerraduras no detienen al viento:
lo que tu falda prohíbe lo inventa mi deseo

Qué suerte que tu falda
sólo tapa tu cuerpo sólo ciñe tu talle
sólo insiste en misterios

Qué suerte que tu falda
no te tape de mí


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