sábado, 19 de julio de 2008

"No es país para viejos"



Título: No es país para viejos
Año de producción: 2007
Distribuidora: Universal Pictures
Género: Acción
Clasificación: No recomendado menores de 18 años
Estreno: 8 de febrero de 2008
Director: Joel Coen, Ethan Coen
Guión: Joel Coen, Ethan Coen
Música: Carter Burwell
Fotografía: Roger Deakins
Intérpretes: Woody Harrelson (Wells), Javier Bardem (Anton Chigurh), Tommy Lee Jones (sheriff Bell), Josh Brolin (Llewelyn Moss), Tess Harper (Loretta Bell), Kelly McDonald (Carla Jean), Garrett Dillahunt (Wendell).

Sinopsis
Texas, 1980. Llewelyn Moss es un cazador que está cerca de Río Grande cuando ve una camioneta abandonada con un cargamento de heroína y dos millones de dólares, en lo que parece haber sido una operación fallida del narcotráfico. A pesar de que el automóvil está rodeado de cadáveres, Moss no percibe el peligro y huye con el dinero. Desde ese momento, el cazador es perseguido por sus nuevos enemigos, entre los que se encuentran el despiadado psicópata Anton Chigurh y el desilusionado Sheriff Bell.
Basado en la novela homónima de Cormac McCarthy, "No es país para viejos" es un escalofriante thriller adaptado y dirigido por Joel y Ethan Coen. La película no ha parado de cosechar premios. A los galardones concedidos por la crítica estadounidense, se han unido los 2 Globos de Oro (mejor guión, mejor actor secundario) y las 8 nominaciones al Oscar, entre ellas las de mejor película, mejor director, mejor guión adaptado y mejor actor secundario para Javier Bardem. La cinta, como la novela, habla de violencia, tentación, supervivencia, sacrificio, amor y esperanza, todo ello con la brillantez de diálogos e imágenes de la que hacen gala los hermanos Coen (Ladykillers). Rodada en el Oeste americano, "No es país para viejos" toma la apariencia de western para reflexionar sobre la cultura de la sangre y el fin de un modo de vida.

Crítica

La última propuesta de los hermanos Coen arranca con una declaración de intenciones, una cascada de paraísos áridos del oestefronterizo, cuya polvorienta majestad es la misma, más curtida, que aquella que decoraba la superestructura mitológica del lejano oeste en tiempos de justicia balística y ley de la jungla. "No es país para viejos" desgrana de salida su posición ideológica mediante una sucesión de miradas estáticas al pasado, presente y futuro a través del paisaje. Un ´slide show´ de horizontes del oeste, como lugar geográfico pero también y sobre todo, como salvaje modo de vida. El de entonces, terco y desmadrado, apoltronado en el caos del ojo por ojo, y el de ahora, brutal, agresivo hasta el límite de lo patológico y, desde luego, despojado de cualquier sombra de coartada romántica. Ese es precisamente el frente por el que la herida peor pinta tiene. Los Coen abordan la antiépica del ocaso, que es la de la frontera estadounidense-mexicana como foco de la ética -pero ética al fin y al cabo- de la defensa personal Winchester o Colt en mano. Su última película redefine, en un espejo de ficción prolijo ensímbolos, la relación de ese paisaje inhóspito con la violencia, violencia por demás tejida alrededor de nuevos parámetros (la irrupción del narcotráfico o, simplemente, la extinción de la moral y las buenas maneras en la comisión del delito).

Eso es "No es país para viejos", una radiografía en plano corto de la América que fue y la que es hoy a regañadientes. Encaja la película en el etiquetado del neowestern, pero además es un impecable thriller de toma el dinero y corre que, haciendo camino, se descubre un tratado filosófico sobre la mutación en el tiempo de los modelos de ritualización de la violencia, un cuento moral de profundidades insondables sobre el ocaso de la épica (en la vida y en el cine) y sobre los tumores adyacentes a la transformación, a peor, del paisaje geográfico y moral de la vieja América. Los Coen vuelven a ver la luz, se reinsertan en el olimpo de la gran (con mayúsculas) narrativa cinematográfica norteamericana, despojándose del lastre e una inopia (la que dio a luz "Crueldad intolerable" y, en menor medida, "Ladykillers") demasiado larga. Vuelven en buena hora, al discurso hiperviolento, quirúrgico de color sangre que enunciaran antaño en sus trabajos más tenebrosamente sociológicos, más viscerales y, en consonancia, más malsanamente trágicos ("Sangre fácil", "Fargo" y colateralmente "Muerte entre las flores"). "No es país para viejos" supura, como aquellas, coágulos de mala sangre para sentenciar, no sin una cínica sonrisa de oreja a oreja, que la violencia es un galimatías de círculos concéntricos, un pez que se muerde la cola y, lo peor, muerde también la de los otros peces.

Se reinventan los dos hermanos zambulléndose en la regeneración de lo clásico (en forma y fondo) con una escalofriante película que debe, no obstante, al menos la mitad de su furibunda grandeza al misterioso Cormac McCarthy (autor de la novela homónima). Y es que si algún pero cabe achacar (si es que como tal puede leerse) a los creadores de "Arizona Baby" es la asunción de la A a la Z del punto de vista del ganador del Pulitzer 2007. "No es país para viejos" -merecedora de hacer bulto en los anales del mejor cine estadounidense de la década- es la película soñada por cualquier escritor de altura, una adaptación modélica en todos los sentidos y, al tiempo, dotada de turbadora y colosal intensidad fílmica. Sombreros fuera para elogiar Bardem, actor gigante cuando encuentra director capaz de exprimirle todo el zumo, que, no obstante, no eclipsa a sus dos monstruosos compañeros de viaje, un crepuscular (como la fábula en sí) Tommy Lee Jones y un Josh Brolin haciendo oposiciones a ser el secundario de lujo que todo Dios quiere tener en su película. En síntesis muy sintética: una obra mayor, a la que, indudablemente, el tiempo dará la textura y el color de los buenos vinos.



Sandra Fernández.

El actor español Javier Bardem, recientemente nominado al Oscar al mejor actor secundario por 'No es un país para viejos', nos habla acerca de su película.

¿Qué te parece la historia?
Pensé que era una historia intensa acerca de la violencia, de cómo controlar y detener esta ola de violencia imparable que el mundo está viviendo, que nosotros vivimos.

Se concentra en un grupo de personas que pasan por esas circunstancias, en las que cualquier cosa vale, pero siempre toman el camino equivocado que lleva a la violencia.

Y de cómo el personaje del Sheriff Bell, Tommy Lee Jones, vuelve a pensar en toda la situación que va más allá de los personajes. Creo que trata más del mundo en que vivimos. Pensé que sería una historia potente y, en manos de los Coen, podría llegar a ser realmente intensa y profunda.

¿Cómo te involucraste en el proyecto?
Fue una reunión muy divertida, y me sorprendió mucho que siquiera considerasen ofrecerme el papel. Pensé, todavía pienso que es un gran, bueno, no tan grande, pero es un verdadero desafío, un riesgo que todos afrontamos. Yo creo que va a funcionar, eso espero. No estaba muy familiarizado con la novela, la leí después de estudiar el guión.

Cuéntanos algo de tu personaje
Lo bueno de Anton Chigurh es que no se le puede describir. Ni siquiera se le describe en el libro de Cormac McCarthy. Es un personaje que viene de fuera y al final vuelve a ese mismo lugar, algo que quizá no signifique mucho para la gente que vea esto, pero realmente significa mucho. No necesita ninguna explicación.

Como actor siempre trato de acercarme a las vicisitudes del personaje. Con los Coen nos hemos dado cuenta de que no necesitamos saber nada acerca de Anton Chigurh. Ésa es su fuerza. No se le puede entender por completo.

¿Cómo se comporta tu personaje?
Lo que Anton Chigurh practica es un nuevo tipo de violencia, algo difícil de entender, pero la película se llama No es país para viejos, y creo que en algunos capítulos de la novela el guión y la película hablan de cómo entender esa gigantesca ola de violencia que se apodera del mundo, o que el mundo está aceptando.

Chigurh representa, más que representar, él simboliza esa violencia, y lo que hace durante la película es ir mucho más allá. Creo que demuestra que esa violencia no tiene explicación en muchos de los casos; tampoco tiene raíces. Sólo ocurre y es imparable.

Y por eso siempre sigue el camino erróneo, siempre. Creo que lo que vemos a través del comportamiento de Chigurh es que siempre va a haber un final triste. Quizá no para él mismo, sino para la gente que se cruza en su camino.

¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar con Tommy y Josh?
Es divertido, porque nuestros caminos no se cruzan, lo que supone uno de los puntos más interesantes de la historia. Los dos nunca llegan a interactuar, y se pasan toda la película buscándose uno a otro. En cuanto a Tommy Lee Jones, de veras creo que es un actor increíble, yo le admiro mucho, y me hubiese gustado trabajar con él codo con codo, pero no tuve la oportunidad. Le conocí poco, tuvimos un breve encuentro en el que le mostré el respeto que siento por él, es un buen tipo. Tuve la oportunidad de pasar un tiempo con Josh, es un gran hombre, es muy sensible, divertido, y es genial estar a su lado, te hace sentir bien, y en el papel de Anton Chigurh necesitas sentirte bien, porque es un personaje duro y no quieres estar en su piel todo el día.
Es necesario reírse y sacarlo fuera.

¿Qué piensas de la forma de trabajar de los Coen?
Son únicos, pero al mismo tiempo no son egoístas. Y por eso hacen las películas que hacen, tan abiertas, tan humanas. Además, son unos cachondos, así que son geniales. Es un gran honor estar aquí. Nunca creí posible participar en una película de los Coen, ha sido un sueño, un gran sueño.


¿Cuál ha sido tu experiencia con los hermanos Coen?
Bueno, para empezar, soy un actor español. Quedé con la que ahora es mi agente en Los Ángeles y me preguntó ‘¿con quién quieres trabajar?’ y yo dije que con los Coen. Ése fue mi verdadero deseo. Sabía que nunca iba a pasar, ya que los Coen siempre hacen esas historias profundas tan americanas, algo en lo que difícilmente encaja un español. Después, cuando me llamaron, me pidieron que hiciese esto y yo sólo pude estar agradecido y sorprendido. Siempre pensaba ‘¿cómo será que te dirijan dos personas?’.Es como la misma persona con dos cabezas. Se compenetran muy bien entre los dos. Son verdaderamente sensibles y están al tanto del esfuerzo que todo el equipo hace para crear una buena película.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me agradó esta película por su narrativa no tradicional, típica de los hermanos Coen, y por la actuación de Bardem. Creo que lo mejor de ella es, de hecho, Bardem, con su peinado de colegial, sus gestos rigurosos y su mirada apacible, tan apacible como su manera de matar. Los Coen convierten a Anton Chigurh en una critura tan temible, que incluso cuando no está en pantalla puede volverse amenazante, como en la secuencia (para mí la más impactante de este filme) en que Moss trata de abordar el carro de un desconocido para huir de Chigurh y las balas comienzan a caer de la nada sobre el carro, como si una presencia fantasmal y ya no corporal buscara acabar con su vida.

Murvin Andino dijo...

Esta mañana vi por segunda vez(la primera fue hace ya casi 5 años) Antes que anochezca, dirigida por Julian Schnabel y con un gran papel de Javier Bardem, (y me atrevo a decir que es una de sus mejores interpretaciones), para mostrarnos al escritor cubano Reinaldo Arenas y la forma de represión por parte del régimen cubano. Uno de los momentos cumbres de esta película es sin duda su etapa en prisión, El Morro no detiene a Arenas y recurre a lo que esté a su alcance para "salvar" su obra, los momentos de soledad y tristeza, de olvido. Creo que Bardem es un actor que realmente se involucra y siente verdaderamente a los personajes que interpreta, por ejemplo en No es país para viejos, de los hermanos Coen, donde interpreta a un frío asesino, casi a manera de 'Terminator', diría yo. Bardem demuestra ser un actor versátil y multifacético que domina a plenitud sus personajes.