jueves, 29 de septiembre de 2016

Murvin Andino Jiménez: Desbabelizar


Murvin Andino Jiménez

Poemas inéditos de Murvin Andino.


San Pedro Sula, Honduras, 1979. Poeta, narrador, editor, licenciado en Letras con orientación en Literatura por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en el Valle de Sula.
Parte de su obra poética y narrativa ha sido publicada en revistas literarias de Honduras, México, Nicaragua, Colombia y Brasil. Ha sido antologado en los libros Muestra poética (2002, San Pedro Sula), Cuarta dimensión de la tarde (2011, Holguín, Cuba, y San Pedro Sula, Honduras). Apresurada cicatriz: instantáneas de la poesía centroamericana. (México, 2013) y Voces de América Latina. (2016).
Ha publicado los libros de poesía Corral de locos (2009), Extranjero (2011), La isla dividida (2015) y La estación tardía (2014, en versión electrónica).
Ha participado en los festivales de poesía de Pereira, Colombia, en 2009, Managua, Nicaragua, 2012 y 2016 y Chinandega, Nicaragua en 2013. Festival de poesía de Cartagena, Colombia, en 2015.
Es catedrático de humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.
 



De mi libro Vagabundos.
*
Libres de esa red de advenimientos y tugurios,
desvariados, rampantes y eróticos,
llevaremos la muerte en hombros,
ebrios, agonizantes, bífidos.
Una vez cegada el alma, 
vuelve el ser a su aposento y se desnuda.
Asume la violencia, la fuerza voraz de la añoranza.

*
Ningún dolor tan sabio,
23 culatazos y cada uno opinó su golpe,
los salvajes acordes de lo fallido.

Whisky para mis amigos
Solo quien vive, quien irrumpe,
quien ha viajado con el somnoliento elixir, termina el cielo.
Solo quien vuelve y se marchita con el viento estacional
o los amigos que comparten el barato licor
y reparten su lastre acumulado.
Solo para ellos que libaron frutos amargos
y estaciones.
Solo para mis amigos.

De mi libro: Poemas carnales

Todo quedó
Quedaron restos de dolor,
ventanas,
quedó la mujer habitada por su estigma,
la hetaira acomplejada,
la absurda silueta de matices cálidos.
Quedó el mástil insaciable,
la hondura devastada,
la voluntad y la sed,
la noche masturbada.

El lugar que habito
En mi ciudad,
el paraíso es un depósito clandestino de cadáveres,
un bar o un prostíbulo de baja categoría.
Las calles son rojas y las ventanas de acero.
Las mujeres ultrajadas ocupan estadísticas especiales
y los niños abandonados un lugar de honor en la basura,
los ancianos priorizan a los enterradores,
las hetairas son aladas ninfas
de heredadas cicatrices
y asolados caminos.
En el lugar que habito
existe la idea transparente de las piedras divinas,
de los acordeones nostálgicos al amanecer
y la creciente voz de lo tardío,
de lo inflamable,
de los senos traviesos del trópico,
de mujeres rotundas en ciudad desvencijada,
transmutada en equis mariposa,
en ciertos esqueletos,
en la incontenible furia de los marginados,
acobardados e indecentes.
Mi ciudad es el retrato de la ironía,
el barro innumerable que piso,
que escupo,
que incomprensiblemente habito.


¿Quién?
¿A quién llegarán los pájaros del alba
a descubrir su traición
y embriagarán el frágil silencio de su porvenir?
¿A qué hora su adiós brotará del
cigarrillo agonizante o las insólitas estatuas
cegarán la primavera?
¿Seré yo el vengador de su mirada?
¿Serán las luces incendiadas o las manos inquietas?
¿A quién tendré que desnudar
y dejar en meros sentimientos,
a quién he de cegar la herida milenaria?

Desbabelizar
¿Dónde está?
¿Qué noche o madrugada nos encontraremos?
¿Qué serpiente o meteorito o garganta o navaja?
¿Qué barco ebrio seremos?
¿Qué lucha, pasión, reflujo o torpeza,
condena, vergüenza o catastrófico incendio
viviremos al calmar la sed?
¿Qué cuerpos cortaremos y veremos después
andar bajo la lluvia seca
de esta o cualquier ciudad deshabitada?
¿Qué canción, qué mujer con alas fingiremos engrandecer
y sepultar cada mañana?
¿Cuál campana, primavera o tequila
gritará nuestra emoción?
¿Y si no es cierto?
¿Si no llegamos a esa noche a la hora
del desfile de esqueletos
y perdemos el gusano de la muerte?
Entonces, nada habremos vivido,
ni estremecido,
ni endiabladamente olvidado
si no llegamos esa noche –terremoto, morgue,
restaurante, farmacia o cementerio- al lugar preciso.

No hay comentarios: