domingo, 7 de diciembre de 2008

El legado creativo de Roberto Bolaño recorrió el Festival de Literatura


Por: Ana Prieto

Si lo vemos como un perro o como un virus, Bolaño es un buen perro para que te muerda y un buen virus para que te infecte", dijo el poeta chileno Rodrigo Rojas en el Festival Internacional de Literatura que, en el Malba, dedicó buena parte de su jornada a recordar a la enorme figura de Roberto Bolaño. El escritor chileno, ganador del premio Herralde en 1998 por su novela "Los Detectives Salvajes", y autor de la monumental "2666", falleció en 2003 dejándole a la crítica literaria la infinita tarea de averiguar cuál ha sido su papel en la historia de las letras hispanoamericanas, y a los lectores uno de los legados literarios más potentes y estimulantes de las últimas décadas.

En el contexto del circuito "Hacia Roberto Bolaño", organizado por este primer Festival Internacional de Literatura en Buenos Aires (Filba) patrocinado por la revista Ñ, la primera charla llevó el sugerente título de "Escenarios" y estuvo integrada por tres compatriotas del escritor: Alberto Fuguet, el citado Rodrigo Rojas y la directora de la Cátedra Bolaño en la Universidad Diego Portales de Chile, Cecilia García Huidobro. "Como primera medida de educación", comenzó Huidobro, "sugiero invitar a Roberto Bolaño", y enseguida leyó un fragmento del discurso que el autor pronunció cuando ganó el premio Rómulo Gallegos: "Muchas pueden ser las patrias de un escritor, pero uno solo el pasaporte, y ese pasaporte evidentemente es el de la calidad de la escritura". Para Bolaño, esa calidad no tenía que ver con escribir bien, sino con "saber meter la cabeza en lo oscuro, saber saltar al vacío, saber que la literatura básicamente es un oficio peligroso".
El tema a desentrañar, propuso Huidobro, fue ese pasaporte de Bolaño, en tanto registro de las fronteras que tanto su obra como él mismo fueron capaces de cruzar. Para Rojas, el escritor construyó su literatura a modo de telar, o de pintura de Brueghel, con relatos dentro de relatos hasta llegar al máximo de la hipertextualidad en "2666". El tratamiento que Bolaño hace del idioma, señaló Rojas, también propone desplazamientos y sitúa a su obra en el cosmopolitismo: "Es un español muy diverso, difícil de domesticar, y estratégicamente construido para que a todos los lectores les suene tan familiar como foráneo".

El escritor Alberto Fuguet resaltó la cualidad pop en Bolaño, esa cosa "freak" o "fronteriza" en sentido amplio en la que le gustaba desplazarse. También se confesó fascinado por la lectura de "Los Detectives Salvajes" como una novela de aprendizaje, y por su audacia al abordar una diversidad de personajes extranjeros con una soltura y profundidad de la que fue capaz por haber captado "el estado de las cosas y la sensibilidad en el aire".

Huidobro desplazó por un momento a Bolaño del lugar de la escritura al de la lectura: "Leyó a sus contemporáneos como pocos escritores se leen entre sí."

"Después de Roberto Bolaño" fue el segundo encuentro que le dedicó el Festival, con la participación de los escritores Juan José Becerra, Gonzalo Garcés y Martín Kohan, y la coordinación del autor boliviano Edmundo Paz Soldán. La charla abrió con la posible impronta que Bolaño está dejando en las letras actuales.

Kohan, ganador del premio Herralde en 2007, dijo sentirse incómodo con la mitificación que se está haciendo del escritor, a raíz de su prematura muerte. "Yo percibo su literatura como una fenomenal captación y reelaboración de diversas líneas literarias. Eso ha sido muy productivo para la crítica que se sintió convocada por la propuesta de Bolaño. Sin embargo, no veo una productividad literaria en ese sentido; no veo todavía un 'legado Bolaño'; los tiempos son demasiado cortos y su impronta demasiado poderosa".

Becerra resaltó la "vibración biológica" de sus libros, y agregó que si el autor "está influyendo en nosotros de una manera secreta, como buenos escritores, intentaremos ocultarlo".

La charla desembocó espontáneamente en un análisis de la última novela de Bolaño, "2666", y en el posible tema de fondo de su obra en general. Becerra señaló al mal, como presencia metafísica. Para Garcés lo que comunica a los personajes en 2666 es el "haber sido dañados en lo esencial de sus vidas" y agregó que Bolaño, y en especial ese libro, le habían enseñado a leer el sentimentalismo desde otro lugar.

"Él narra como los asesinos seriales matan", afirmó Kohan. "Las series por definición son abiertas, y él entendió cómo funciona el deseo; consigue que la narración no cuente el deseo sino que funcione como tal. Y así como siempre se puede matar a uno más, siempre se puede narrar algo más".

La conclusión posible de este día de Festival, es el recorrido por los múltiples sentidos que suscita la figura de Bolaño. Y la certeza de que su aventura en el legado literario universal recién comienza.

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