Osvaldo Sauma
Osvaldo Sauma, Costa Rica, 1949
(De El libro del adiós)
(De El libro del adiós)
VI
Pinches
amantes egoístas
resultamos
ser
Vos
jamás adivinaste mi deseo
ni yo
tampoco el tuyo
Igual
ignoramos que el amor
exige
conocer al otro
más allá
de él mismo
y su
viceversa
En
cambio
y muy
por el contrario
nosotros
desconociéndonos
alimentábamos
los celos
(que
según los entendidos)
"es
alimentar al dragón en el Paraíso"
Segundo round
Por
supuesto
que te
abriría la puerta
entre
gitanos
sobra
echarse las cartas
Incluso
sería capaz
de
besarte esas tetas falsas
que te
pusiste
a
petición de otros amantes
Ya ves
aunque odie
el
silicón y el maquillaje
estoy
dispuesto a abrazarte
como a
una hija pródiga
que
regresa arrepentida a la cama
y quiere
volver a ser mi amada Eloísa
a la que
sabiamente no tomé por esposa
La mano que nos busca
Alguien
toca una puerta
y toca
todas las puertas del mundo
El
siabario de la mano
busca a
tientas
demanda
el nosotros de los otros
el vos
del yo / el yo del vos
Alguien
con los nudillos
agita la
noche
con un
toc-toc agudo
pregunta
por el nombre
que nos
nombra
Alguien
busca a alguien
impulsado
por su necesidad
o por la
de otro
No es el
golpeteo febril del asesino
ni la
patada en la puerta
del
gendarme alimentado por el odio
tampoco
es
el
llamado lastimero del mendigo
es
más bien
el
galopar de unos dedos femeninos
sobre el
sonido cómplice de la madera
Mirándola dormir
Todo
hombre es su propio sol
en la
media noche del hastío
cuando
los grillos chillan
como
fuego endemoniado
y las
estrellas
están
más distantes que nunca
Bajo la
luz del aguardiente
todo
hombre
apaga
la
lumbre interior de la nada
mientras
mira dormir
a la
mujer que le cedió el destino
no la
que inventó la ilusión
todo
hombre
que como
yo se emborracha
junto a
la mujer
que nos
huye en sueños
evade la
necesidad del otro
hace de
su fracaso
un
tintineo abstracto
y se
bebe en silencio su perdición
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