Además de ser el hombre de confianza del general Torrijos,
José de Jesús Martínez, "Chuchú", era poeta. Así lo demuestra en
estos versos dedicados "A Lisi", el gran amor de Quevedo.
José de Jesús Martinez, el más panameño
de los panameños, el mejor amigo del general Torrijos, era nica. Pero desde muy
pequeño había escogido vivir en Panamá. Y cuando sus 150 kilos se
subían a su Harley-Davidson, vestido descuidadamente, con una barba canosa que
apenas disimulaba sus rasgos negroides (él se decía indio), nada de ese aspecto
exterior denunciaba que este sargento de la Guardia Civil era doctor en
matemáticas de la Sorbona, filósofo de la Universidad Complutense de Madrid,
ganador del Premio Nacional de Teatro en España por su obra La perrera,
autor de más de cuarenta libros, profesor de filosofía marxista en la
Universidad de Panamá, y karateca que presumía, entre copa y copa de vino (era
un experto catador), de haber olvidado cuántas veces se había casado, aunque
creía tener solo una docena de hijos. Pero si en Panamá uno hubiera preguntado
por José de Jesús Martínez, pocos habrían sabido de quién se trataba. Todos lo
llamaban Chuchú.
Un día de 1976, Graham Greene
llegó a Panamá con la idea de escribir un libro sobre Torrijos, Getting to
Know the General, y acabó escribiendo, sin cambiar el título, más que todo
sobre el sargento Chuchú. Según Gabriel García Márquez, que los conoció bien a
ambos y gozó de la conversación y los poemas de Chuchú, el general le sacaba el
cuerpo a su amigo Greene porque su inglés era muy deficiente, y entonces se lo
endosaba a su sargento, amigo y guardaespaldas, que hablaba seis idiomas,
incluyendo el inglés y el latín. Y agrega el mismo Gabo (y no se sabe si esto
es historia o invención de novelista), que Torrijos vistió a Graham de general,
le dio pasaporte diplomático panameño y lo llevó a Washington como parte de su
comitiva, a la ceremonia del tratado de septiembre de 1977, que con la
firma de los presidentes Torrijos y Carter reemplazó el oprobioso Tratado
Hay-Bunau Varilla y le devolvió a Panamá la soberanía sobre el canal. (A Chuchú
también lo había ascendido a ministro de la Defensa durante unas horas, porque
así se lo presentó al papa Paulo vi en
una visita al Vaticano.)
El más conocido de
los libros de Chuchú es la biografía Mi general Torrijos, que mereció
el Premio Casa de las Américas en 1987. Este relato que le hizo Chuchú a
Gabo, y que luego Martínez publicó en su
biografía de Torrijos, pinta bien la calidez
e inteligencia de la relación sargento-general. Habían volado a un
poblado indígena, ellos dossolos, en una
destartalada avioneta que piloteaba Chuchú (la pista no daba para
más) y salió a recibirlos el chamán de la tribu. Los llevó a una maloca donde
solo había una mesa y cuatro asientos,
les ofreció a manera de bienvenida una totuma de chicha y le preguntó a
Torrijos:
–¿Tú quieres que te haga aparecer una
culebra aquí, en esta mesa? Si yo la llamo, la serpiente aparece. ¿La llamo?
Y Torrijos dijo, con delicadeza, para
que el chamán no se sintiera mal:
–No, no la llames.
De regreso, ya en vuelo, con una sonrisa
socarrona, Chuchú le dijo a su jefe:
–Se te arrugó, ¿verdad? Te dio miedo ver
aparecer la culebra.
Y Torrijos le
contestó:
–Sí, tuve miedo. Mucho
miedo de que el indio invocara la serpiente y esta no apareciera.
La historia del poema “A Lisi” la cuenta
el propio Chuchú, en su libroMi general Torrijos:
Yo recuerdo que una
vez, en los Estados Unidos, le mostré a Lupita [la secretaria de Torrijos] un
soneto que hice muy mal hablado, con
mucha mala palabra. Algo le habrá dicho Lupita al General porque este me llamó
y me dijo: “A ver, léame ese poema malcriado que dice Lupita que
usted ha escrito”. Y yo se lo leí.
–¡Jo! –me
dijo el General–. Usted tiene que haber amado mucho a esa mujer...
–No –le dije
yo–. Se lo he dedicado a Lisi, el gran amor de Quevedo.
Tomado de Revista El Malpensante
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