lunes, 26 de julio de 2010

LOS INACABADOS, Gustavo Campos

Gustavo Campos -izq.-, junto al editor de este blog la noche de la presentación de Los Inacabados en Librería Líser de San Pedro Sula.


Los inacabados. Gustavo Campos. (Nagg y Nell, 2010)
Siempre he pensado que todo escritor para ser un buen narrador primero debe ser un buen poeta, por el hecho de que debe saber transmitir sentimientos y emociones por medio de su narrativa.
Los inacabados, de Gustavo Campos, es una novela de vivencias y reflexiones donde el autor logra cobrarse cierta cuenta pendiente con la vida, y lo hace con el desenfado que obliga a desvivirse y a decirlo todo. Los personajes son tipos sórdidos, irreverentes y caóticos que buscan en esencia vivir la desenfrenada lucha por el placer o por llegar a ese lugar donde deja de extrañarse todo y nada importa, aunque no sean capaces de ello, pues así son los inacabados.
Un libro repleto de voces de autores donde personajes beckettianos y citas del universo de lecturas del autor bordean los límites de la erudición que se complementa con el lenguaje poético -en ciertos fragmentos del libro- que se da en los momentos cumbres, lo cual deja sus méritos al autor.
Transcribo a continuación un fragmento de la novela de Campos, considerado a mi criterio como uno de los más agradables durante la lectura.
La brújula ya no existe. La lluvia cae suave y silenciosa. El calor persiste. El ventilador nuevo ha girado hasta que con su viento desbarató vidas. La brújula ya no existe. La humildad no es una solución ni un destino. La lluvia cae y la maldición será la misma hoy, mañana y siempre. No importa el tiempo. El lugar. El espacio. La brújula ya no existe. La lluvia cae sin sentido. Cae sin ritmo. Cae a otro ritmo. El amigo que aconsejaba a Arp se ha desvanecido. Al principio existió como una aguja de una brújula que hoy por hoy no existe.
Para concluir, Los inacabados, en su aparente estructura fragmentada, es una serie de secuencias que al final reflejan esa ironía del autor hacia sus inacabados y hacia la vida, hacia la destrucción de sí mismo por medio del amor, del dolor y todos los demás demonios de la carne.

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