miércoles, 23 de noviembre de 2011

Lo que papá y mamá olvidaron anotarnos en el libro de instrucciones para la vida

Que la soledad es una estación tardía y las estrellas descienden cuando el corazón las necesita.
Que la felicidad se vuelve inalcanzable y el amor es una lápida de años de ternura acumulada que condena a los débiles, a los menos adaptados a la vida.
Olvidaron enseñarnos esa ruta donde avanzan los grandes hombres o mujeres de nuestra vida, que la mirada es esa ventana interior donde comienzan a morir las esperanzas y que los hijos no estarían para siempre.
Cuando crecimos, cuando dejamos atrás la infancia, faltó entender la rebeldía, faltó decir que aquí los seres se dividen en personas y bestias, que los colores de la noche no nos deben confundir, que nada se vuelve a repetir y las oportunidades se aprovechan.
Olvidaron decirnos que la vida es breve y se acaba en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, olvidaron decir que tendríamos heridas, que el amor es una batalla donde ganan los valientes y el dolor de los fracasos es más amargo que la hiel. Que el mar sucumbe ante la fuerza de los enamorados, que la lluvia cae cada vez que estamos tristes y que invade la conciencia como una mancha inanimada.
Olvidaron decirnos que el dinero es una falacia atroz y la belleza desfallece ante cualquier intento de nobleza, que el silencio aguarda con el manto de la sabiduría. Que la religión es una incierta serenidad interior a la cual le importa poco quien transita desde el orden inverso de la vida. Olvidaron decirnos que la música nos haría sentir dolor, que la poesía sería la belleza predilecta y que al final la vida haría justicia en cada uno de nosotros.
Lo que papá y mamá olvidaron anotarnos en el libro de instrucciones para la vida es que el amor es una mirada, un abrazo, un beso enorme a ojos cerrados y que alguien diría estas palabras para no sentirse solo, para pensar que estará todo bien.